DESPERTAR
A TIEMPO
Romeo González Medrano
Tremendo
reto tiene este padre de dos jóvenes – de 20 y 22 años - que por primera vez
ejercerían su derecho a votar para elegir Presidente Municipal y Diputado Local
por Xalapa.
Los
dos, junto con su madre, se niegan a ir a votar ¡y me exigen que haga lo mismo¡
Comprendo y comparto su rechazo, me preocupa que así sea su primera vez;
respeto su decisión, lo mismo la de mi esposa, jamás ha sido de otra manera con
ella, ni con nadie, pero yo sí iré a votar y no por el gato Morris cuya
popularidad esperemos que haga pensar y actuar en serio al Presidente y al
Congreso.
Repito
lo que he dicho en otros articulos: el PRI retornó a los Pinos, su mejor papel
en la alternancia está por demostrarlo. El reto es para todos los partidos. Los
mexicanos lo sabemos, falta que lo sepan los aspirantes al 2018.
El
malestar de mis hijos, como el de muchos en todo el país, llega al hartazgo de
todo lo que sea poder, partidos y políticos. La gota que derramó este vaso la
provocaron los partidos, el derroche de dinero publico en las campañas y la
promiscuidad interpartidista; las excepciones, solo eso son.
En casi
40 años que tengo de ser elector, no había presenciado jornadas electorales
así, con otras deformaciones sí, pero no con éstas. Acudiré a votar, aunque
sea sin mi familia y no porque “me
convenga”, o porque alguien me lo ordene ni por llevarles la contra a mis hijos,
tengo mis razones que pretendo expresar en estas notas.
Entre
reformismo o revolución violenta, hace
tiempo que decidí por lo primero. Enmedio, hay muchas otras formas de lucha
social por vías legales, dentro de las
cuales se encuentra el derecho de abstenerse de votar que lamentablemente no es
voto “en blanco” contabilizable ni el mejor instrumento de presión eficaz.
Las
grandes transformaciones se han llevado a cabo o por la vía pacífica y legal, o
por medio de la lucha armada. En la primera, incluyo la manifestación pública.
Es
verdad – y múltiples hechos lo demuestran- que las reformas del acceso al poder
concebidas por el poder dominante con el apoyo de las cúpulas partidistas lejos
llevar a su suicidio como sistema, han terminado por fortalecerlo y
“refuncionalizarlo”.
Las
dosis “revolucionarias” del reformismo electoral, cuando ha sido el caso, suelen
perderse en la subcultura política y en
la subcultura de la legalidad que
caracteriza a la sociedad mexicana.
Las
reformas electorales desde 1977 hasta el momento actual, sin duda se han
reflejado en una constante creatividad y desarrollo institucional sin que la
redistribución del poder propiciada haya trascendido al desgastado sistema de
partidos y menos que haya logrado abatir imposiciones, fraudes, irregularidades
e inconsistencias y la consecuente desconfianza y falta de credibilidad de la
mayoría de los ciudadanos en el sistema electoral y sus instituciones.
No
obstante, el abstencionismo no es una respuesta activa sino pasiva y lo peor,
ineficaz. ¿acaso es la derrota del ciudadano?
Entiendo
perfectamente a mis hijos como a muchos electores que están inconformes porque
ningún partido los consultó para seleccionar candidatos.
Comprendo que tengan una percepción de las
elecciones y de la política como simple comercio de intereses de personas y
grupos. Coincido con ellos en afirmar que los valores y principios de partido,
en la mayorìa de los casos, no existen más que como registros de trámite.
También que hablen de candidaturas y de no candidaturas, que se compran y se
venden.
Además dicen ellos que los políticos abusan y manipulan necesidades del pueblo, que el nepotismo se
apoderó de los partidos y de
instituciones de este país. Afirman, como otros, que la política y el poder se
han convertido en lo mismo que cuestionaron los revolucionarios de 1910, o sea
acumulación de riqueza vergonzante.
Voy más
lejos, pienso que no hay nada más opaco, antidemocrático e impositivo que la selección de candidatos, lo disfracen como
lo disfracen. Actualmente todo el sistema de partidos está en el banquillo de
los acusados por la mayoría de la poblaciòn y más de parte de los jóvenes. Así
llegaron a las elecciones de 2012 y, como los actores de teatro que deben salir
a escena, solo tuvieron tiempo de darse una “manita de gato” antes de acudir a
una nueva jornada electoral.
Aun
así, no estoy de acuerdo con mis hijos y
su madre. Voy a votar e insisto que ellos lo hagan. Si de algo estoy convencido es de que ni lo mejor del
reformismo abortado constantemente, ni la llamada “violencia revolucionaria”
que muy pocos proponen, son la
alternativa pues el primero se sustenta en el clientelismo manipulador, por
cierto de todos colores, mientras la segunda, con un pueblo atrasado y
desorganizado, lo que genera es "redentores" bajo nuevas formas de
dictadura.
Trataré
de convencerles que si quieren un mejor
futuro para ellos, deben luchar permanentemente
en todas las esferas de su vida, en todos los frentes, en todos los
espacios, con todo lo posible a su alcance y dentro de la legalidad y de las
instituciones existentes. Jamás someterse a poderes arbitrarios que pretendan
pisotear su dignidad.
No hay
de otra. Trataré de convencerles de que no votar es peor porque abona el abuso
de las cúpulas partidistas que así se sienten seguras de preservar las reglas
existentes o, cuando más, el gatopardismo que todo lo cambia para que todo siga
igual. Y tal y como lo expresé en el 35° Aniversario luctuoso del Ex Gobernador
Fernando López Arias: “Las imperfecciones de nuestro sistema electoral deben
ser denunciadas y documentadas en tiempo y forma, no ser pretexto para el
desanimo o la confrontación violenta y estéril que a todos nos perjudica”.
Debemos persistir en que se respete el sufragio. Mas si no logro convencerlos, iré a votar
solo, y mi pluma, no descansará de exigir congruencia a quienes accedan al
poder y de promover una cultura de la legalidad que acabe con la impunidad y
haga surgir el ciudadano empoderado del que hoy carecemos. Sin verdaderos
ciudadanos, no puede haber sociedad con
pleno Estado de Derecho.
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