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¿MOVER A MÉXICO…
O no le
muevan?
“LAS ELECCIONES NO REFLEJARON EL ESTADO DE
ÁNIMO DE LA POBLACIÓN” me expresó el día de hoy un Diputado Electo, en una
expresión de franqueza que le caracteriza. “En
mi distrito hubo casos de una votación de 17%”, añadió. Estamos de acuerdo, le
contesté, ganó el abstencionismo y su carga de desinterés, incredulidad, hartazgo,
etc., y en estas condiciones, hay
posturas y prácticas que agudizan la descomposición del sistema político, por
supuesto más de lo que ya está. Tal es
el caso de los “madruguetes verbales” a
base de cifras manipuladas por dirigentes
de partidos estatales o nacionales que las divulgan antes de que lo hagan las
autoridades electorales lo que evidentemente
es una forma de restarle legitimidad a los triunfadores, disfrazada de
“euforia”. Recordemos el histórico anticipo, en voz del Ex Presidente Ernesto
Zedillo., en 1999, con una secuela de terror que no le vemos fin.
LA VORACIDAD DE LA PARTIDOCRACIA “A
LA MEXICANA” y sus aliados no se lleva con el
acuerdo de largo plazo, ni con la concertación estratégica en torno a grandes reformas
u objetivos nacionales, etc. Eso no impide que
sus dirigentes firmen Pactos pero en la doble moral, uno es el discurso
y otra la acción; por ello, el chantaje constante de romper el Pacto Por México. Nuestra forma de ser, así es y no de ahora,
sino desde nuestro pasado más remoto que en el presente se refleja en todos los
actores, porque todos sin excepción procedemos de las mismas raíces históricas, de la misma idiosincrasia. En este sentido el
llamado al dialogo y al acuerdo entre las fuerzas políticas formulado hace una
semana por el Presidente Enrique Peña Nieto, se queda corto. La crisis actual del
sistema de partidos y la anhelada
democracia representativa, es profunda y amerita otro papel exhortativo del
Presidente y otro eco en sus correligionarios en el Congreso ¿Por qué no lo
asumen?
LOS TRIUNFALISMOS DE ACELERADOS POR
EL PODER Y LA SUCESIÓN, AFECTAN GOBERNABILIDAD porque potencian los conflictos postelectorales
y la ejecución de programas sociales. Ya bastante ha
pagado la sociedad por la parálisis de programas sociales por “motivos
electorales” y necesidades de “blindaje” como para sumarle la ocasionada por proyectos
personales y de grupo, siempre obsesionados
por el poder y empecinados por su acomodo en el reparto calenturiento sucesorio
y no por la necesidad de evaluar para corregir o sumar y acordar. Deslealtad y
falta de vergüenza es hacer futurismo a la hora de trabajar y de cumplir las
metas del Sexenio. ¿Qué hace falta para evidenciar aun más el ejercicio
electoral del poder que los movimientos preparatorios de funcionarios? ¿Hasta
cuándo el mandato popular va a soportar su permanente interrupción por el
acelere de arribistas en agitación constante por las frecuentes jornadas
electorales federales, estatales y
municipales? Si el periodo de los alcaldes se amplió a 4 años es para que los 4
sean de trabajo fecundo. Muy caro pagamos los mexicanos el gatopardismo criollo
del sistema político que padecemos.
MUCHO ACELERE Y NO PRECISAMENTE POR
SERVIR A VERACRUZ ¿A dónde nos lleva? ¿Quieren
silenciar el balance objetivo y crítico de los comicios? ¿Acaso detrás de la
concertacesiones de los caballos grandes se gesta un “nuevo” esquema de
partidos políticos para México? ¿Será por
eso se resisten a hablar del daño político que en la reciente jornada se han
ocasionado así mismos los partidos? A la vista de lo que está pasando con las nuevas
iniciativas que PAN Y PRD presentarán al
Presidente, estamos ante un proceso viciado y se hace necesario que el CONGRESO
CONVOQUE A UNA EVALUACIÓN
RESPONSABLE Y PARTICIPATIVA, A UN DIALOGO PUBLICO NACIONAL PARA LA REFORMA
POLITICA y que deje ésta de ser
materia exclusiva de “los pactantes”. El problema con los partidos es que ninguno
está dispuesto a correr riesgos que les limiten el monopolio del acceso poder, por eso propuestas
de reforma a modo de sus intereses de exclusividad de los derechos
constitucionales que son de los mexicanos. Por principio ellos saben que es
unánime la EXIGENCIA de que desaparezca
el financiamiento público de las campañas y las canonjías de que gozan
Senadores y Diputados. ¿Y por qué no lo proponen? Volvemos a lo mismo, el Pacto por México no es representativo de
la voluntad de todos los mexicanos.
DENTRO DE UNOS AÑOS, ¿CÓMO QUEREMOS
LLEGAR A LA ELECCIÓN DE NUEVO GOBERNADOR
Y DE PRESIDENTE DE LA REPUBLICA?
Todos los partidos verbalizan la crítica al paternalismo de los
programas sociales y hasta se disparan en el pie, pero por su conveniencia lo
preservan, como bien cita la anécdota del alacrán y el sapo hoy en su columna
la prestigiada y talentosa periodista Virginia Durán Campollo. En materia electoral, urge tomar conciencia
de lo que somos y de lo que no somos y actuar en consecuencia.
Antes de la autopromoción, está la responsabilidad de entregar
cuentas claras a su militancia y a la sociedad que financia las elecciones.
Lección que no se aprende, lección que tiene que repetirse lo que de suceder
nos convierte en fósiles de la materia. Dentro de unos años ¿Cómo debiéramos
llegar a la elección de Gobernador y de Presidente de la República?
A.). Convocando a un pueblo participativo responsable y apegado a
la cultura de la legalidad o
B). Convocando a electores apáticos, escépticos y conformistas,
reflejo de una clase política se quedó
en la simulación de la democracia y la práctica del colonialismo político. El
nepotismo plural es la versión más reciente de este retroceso.
El problema es añejo, complejo y estructural. Tiene que ver con el
quehacer y el no hacer de los partidos que, junto con el IFE y el IEV, en
materia de fomento de una cultura democrática han dejado mucho qué desear y por
eso vale cuestionarnos si:
¿Los partidos alguna vez han sido instrumentos para impulsar la
gestión social y el desarrollo político como lo marca la ley o solo han sido maquinarias
electorales?
¿Fomentan la renovación
democrática de representantes o la
desintegración de la militancia y el nepotismo?
Los mexicanos en
condiciones de vulnerabilidad no creen que la renovación de representantes vaya
a mejorar sus condiciones de vida, si acaso y sólo para algunos, su preservación
como beneficiarios de programas sociales paternalistas. Por este camino México
no va a llegar a ningún lado.
NUEVOS ALCALDES. Es urgente que los nuevos alcaldes y diputados se pongan a
trabajar si no quieren perder lo poco ganado en las urnas por el elevado abstencionismo. Es por ello que
apremia el trabajo para todos, sin colores, con resultados tangibles y
medibles. Que se vacunen contra la
adulación, debilidad que lleva a la sensibilidad social secuestrada. “Ya lo
estoy”, nos dijo categórico Américo Zuñiga. Esperemos que los vendedores de
terror y adulación no logren su objetivo ya que reconocimiento que no procede de los
beneficiarios, sangra el erario público y carece de credibilidad; le
expresé.
No cabe duda que en el
arranque se deciden muchas metas por lo que el periodo previo al 1° de Enero
debería utilizarse para elaborar propuestas, opciones programáticas y
financieras. Por fortuna, en nuestro
sistema político, el trabajo legitima a
todo el que trabaje con resultados, y con mayor eficacia a ganadores con
números dudosos. Programa Solidaridad
de Carlos Salinas y el Programa de los 120 Días de Fidel Herrera.
Toda la clase política debería estar inscrita en uno de estos dos
bandos: o dedicados a trabajar en el cargo para el que fueron electos o
participando en la evaluación autocrítica de las recientes elecciones de cara a
los grandes retos de la Nación. Los que
no acepten alguna de estas dos tareas que se bañen en agua fría tres veces al
día para que se les baje la calentura. Por lo pronto el que decide, ya decidió.
Quien lo merezca, permanezca. El buen
gobierno, es para servir al bien común, es trabajo de equipo, donde no tienen
cabida los proyectos personales.
TRABAJO MATA GRILLA. Para el gobernante, resistir a las presiones e inercias que
partidizan políticas públicas y programas o la atención a ciudadanos o grupos, es
cumplir con su deber de servir a todos, sin distingos, única vía para tener autoridad respetable con
capacidad para consensuar soluciones que preserven la convivencia y el estado
de derecho. Lo contrario a este principio básico de gobernabilidad, ha sido el
cáncer que padecen las instituciones que
hasta ahora hemos desarrollado.
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