FELICITAR:
¿A QUIEN?
Muchos
felicitados en estas elecciones. A todos se felicita, a los ganadores, a sus
equipos, a los partidos políticos a sus respectivos candidatos, a sus
operadores “ocultos”, a todos, menos al
pueblo, al ciudadano común que es quien da vida a la democracia y padece por
sus imperfecciones.
El que escribe es uno
de tantos ciudadanos que no fue felicitado a pesar de mi granito de arena a
través de mi columna Despertar a Tiempo
en la que advertí y reflexioné para jóvenes y adultos sobre el voto y la
abstención. Tampoco la necesito ni obtenerla es lo que me mueve, solo hago ver la
inequidad en la valoración del esfuerzo que lo mismo lo hace el que acude como
el que no lo hace. Convivir en la discrepancia intrafamiliar no es fácil.
Por la noche del sábado
diseñé una “estrategia” para “jalar” con toda la familia y acudir a votar. Invité a mi esposa, hijos y sobrinos de visita, con
el anzuelo de ir a Los Berros a comer
elotes, helados o montar en ponis. Por la mañana salimos de casa con ese
destino y a las dos cuadras le pedí a mi esposa y conductora que diera vuelta a
la izquierda, ….¡¡¿para qué? – Me contestó
extrañada- “No entiendo”….remató. Por
favor da vuelta a la izquierda, insistí. … ella me hace caso pero a unos metros
de haber tomado a la izquierda enfrena bruscamente frente al jardín de niños
"María Esperanza Serrano Muñoz, Casilla Sección, 1975, y exclama: "¡¡¡¡
No me digas que vas a votar!! Exclamó con asombro y cólera.
Así es, contesté
con firmeza medio golpeada, extraña en mí. “¡En eso no quedamos!” me replicó.
Yo no recuerdo haber quedado contigo en nada, le contesté, tú me conoces y
sabes que no acepto imposiciones de nadie, lo que te incluye a ti, a quien
quiero y respeto. “¿Es que no tienes vergüenza?”, me dijo, “¿no vez que el
dinero que derrochan todos estos podría dar de comer muchos hambrientos, arreglar
estos baches, equipar hospitales…o de perdido que te regresaran lo que te
descontaron de tu sueldo?” …. Hice unos segundos de silencio como para
serenarme y contestarle con “altura” y dije: Tienes razón en eso y muchos más
argumentos que puedes leer hoy en mi columna. “No necesito leerte, eres como
todos, me decepcionas, critícas … dices unas cosas y haces otras ¿que no vez
que si todos nos negamos a votar, esto puede cambiar algún día?”
No lo creo,
más bien es al contrario, le contesté. “Eres un incongruente porque tú mejor
que nosotros sabes que todo esto está mal y aun así vienes a votar y hasta te
tomas la foto, manda a volar a todos por un tubo, ellos son culpables de que
mis hijos no quieran vivir en México”.
Aguanté toda esta perorata y entre chiflidos de mis sobrinos e hijos me
bajé de la camioneta, avancé hacia la Casilla donde había más observadores y
funcionarios que electores, voté y deposité mis boletas después de lo cual pude
saludar a vecinos que prefirieron ir solos sin sus hijos. Luego regresé al vehículo y siguieron los
trancazos. Calladito te vez más bonito me dije y así trascurrieron los minutos
que me parecieron eternos antes de llegar al parque donde al llegar me dispuse
a respirar aire libre de enojados.
Me pregunto ¿Cuántos mexicanos más habrán
pasado por algo semejante? No sé pero por lo menos los que fuimos a votar, merecemos
el reconocimiento al valor intrafamiliar mientras que los demás que se
abstuvieron, habrá que felicitarlos por no haber pasado de las palabras a los
golpes, no me atrevería a contestarlos. Como se ve que vengo de una generación
que vivió la violencia en las calles y la represión gubernamental en tiempos
del partido hegemónico.
Por la vía pacífica y legal, todo lo que quieran. Por
ahora la no participación fue mayoría, lástima que sea pasiva, desorganizada y
víctima de estrategas del miedo y el abstencionismo a los que sin duda también les
tocará una felicitación por su inobjetable triunfo. Vamos a ver hasta dónde
aguantamos los mexicanos con esta precaria democracia electoral y qué clase de
gobernabilidad mostrará México al mundo. Son muchas las asignaturas pendientes.
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