Fue mucho el atrevimiento del Presidente Enrique Peña Nieto de visitar
Veracruz a menos de 100 días de iniciada su gestión constitucional, cuando
apenas está empezando a tomar las riendas, apenas está revisando el estado de
las cosas, apenas estrena reacciones de fuerzas políticas en controversia,
apenas está integrando su equipo, y apenas le aprobaron al presupuesto de 2013,
etc.. Arriesgado el hombre como se mostró cuando fue a la Ibero. En
Veracruz lo pudo recibir un campesinado en ciertos casos a punto “de estallar”
o con justas manifestaciones de impaciencia; no fue así.
O
sea, EPN vino a territorio de origen agrarista, a un acto agrarista, sin traer
casi nada en las manos, es decir en un momento en que su gobierno acaba de
nacer y como tal no está para dar otra cosa que no sean más esperanzas y, en
cambio, está para recibir adhesiones comprometedoras, necesidad interpretada
por el Gobernador: “Le pedimos todo su apoyo, sí, pero también le ofrecemos
todo nuestro compromiso y resultados para lograr este cambio”
Y eso recibió el Presidente mediante un acto de
masas cuya diversidad fue reconocida por él recalcando en su
mensaje, el carácter incluyente de las políticas y programas que llevará a cabo.
Las
organizaciones y sus líderes hicieron acto de presencia y, además de adhesión,
en distintos tonos le recordaron al mandatario que aguardan los cambios y
apoyos comprometidos.
El 6 de Enero hubo saldo blanco, unidad en la diversidad, operación
política, negociaciones y acuerdos locales, de unidad en el acto de presencia y
de apoyo a las grandes decisiones que se esperan del mandatario. Estamos ante
la presencia de un campesinado mucho más consiente y de organizaciones y
líderes de extraordinaria experiencia política capaces de salir del apoyo
sumiso e incondicional para entrar al campo contractual de compromisos
recíprocos y de un replanteamiento de su alianza con el Estado. Por este hecho,
el evento interrumpido durante 12 años, será referente de otros en el país.
Dicen que la mejor forma de pedir
es el dar. Como
anfitrión, el Gobernador fue generoso en la movilización y en sus
declaraciones. En efecto la reestructuración administrativa de la Secretaría de
la Reforma Agraria puede ser benéfica para el campo, sin embargo, habrá
que esperar que sus objetivos no naufraguen en el mar de los servidores
desleales de siempre que los hay a todos los niveles.
Para que el campo sea solución y no
problema, equidad y no mas desigualdad, soberanía alimentaria y no
dependencia, a las organizaciones les corresponde la obligación de
participar y vigilar que la palabra se traduzca en hechos; les corresponde apretar “desde
abajo” para que se expulse toda clase de bichos que desvían el destino de los
recursos y que han hecho de los enredos agrarios y de la especulación con la
tierra, el jugoso negocio de funcionarios coludidos con empresas inmobiliarias
y líderes corruptos. Por lo tanto el autentico cacareo de esta reforma
tendrá que esperar para cuando rinda resultados medibles, antes no.
La
concentración de miles de campesinos fue un acto esencialmente político para
unificar fuerzas en torno a su gobierno y, con incidentes menores, ese objetivo
se cumplió. Es de esperar que otro momento sea para reconocerle a EPN los
apoyos al campo que se deriven de una nueva y eficaz política agropecuaria;
nada más ni nada menos que la que se viene demandando desde hace rato. Las
organizaciones de campesinos de Veracruz y de México tendrán que estar muy
atentas y propositivas para que el discurso presidencial se cumplan plenamente los
objetivos y las metas de las políticas y programas que se ejecuten por las
diversas dependencias federales y estatales.
Mientras tanto, EPN se llevó lo que más necesita en estos momentos:
Consensos y fuerza política para lo que sigue después de acceder al poder, o
sea cumplir compromisos mediante políticas públicas y programas que traduzcan
en hechos los buenos propósitos.
Desde
la sucesión Gustavo Díaz Ordaz- Luis Echeverría y
hasta la reciente Felipe Calderón- Enrique Peña Nieto, he dedicado un tiempo y
un espacio al análisis político de estos procesos de renovación del poder
ejecutivo federal. Del estudio de factores, variables y escenarios que han
rodeado cada sucesión, destaco entre otras una conclusión: unas son
las circunstancias, el consenso y la correlación política de fuerzas que en
cada caso hicieron posible el acceso al poder y otras muy distintas las
requeridas para pasar de la palabra a la acción, tomar decisiones que afectan
intereses y empezar a cumplir facturas y compromisos – con frecuencia
contrapuestos por aquello del discurso electoral está basado en la complacencia
de unos y otros .
¿Porqué
creen mis lectores que el sistema político inventó eso de “los primeros cien
días del Presidente” o la versión veracruzana fidelista “los primeros 120 días
del Gobernador”? Se trata del instrumento mediático que el marketing
recomienda a todo gobernante tener a la mano y utilizarlo oportuna y
adecuadamente a fin de que la imagen o percepción ciudadana del gobernante
no entre en debacle y la pérdida de la credibilidad adquirida en el proceso
electoral del que es producto, que no caiga en el abismo y los 18 millones
de votos con que ganó EPN se conviertan en 10 millones tan solo en el primer
año de su administración.
En
el contexto de estas consideraciones habría que ubicar la interpretación del
acto del pasado 6 de enero con motivo del 98° aniversario de promulgación de la
Primera Ley Agraria y la presencia del Presidente de la República. Paliar las
demandas sociales de los más pobres de este país no es el reto más difícil del
régimen; con una versión revisada del programa Oportunidades y un alineamiento
en la cúpula burocrática, queda resuelto el asunto. Volver
autosostenibles y productivos a los pobres es otra cosa; la política social del
gobierno federal aun no se da a conocer. Acceder a las exigencias de los
grandes poderes fácticos (y entre estos a los amigos del Ex Presidente
Calderón) e impulsar las transformaciones contempladas en el Pacto por México
¡ese sí es un buey en el fondo de la barranca! el cual
es imposible que lo saque solo el Primer Mandatario.
Lo he dicho y reitero en política como en física, el desplazamiento de
una fuerza solo es posible mediante otra igual o superior. Ningún gobernante puede tomar
decisiones exitosas más allá de las que le permita el peso de las fuerzas que
lo apoyan.
Tengo
que reconocer que me equivoqué en apreciaciones de artículos anteriores en los
que la mentalidad mesiánica la circunscribí a los seguidores de Andrés Manuel
López Obrador. El fenómeno es cultural y no exclusivo de una fuerza política.
Para
dar un ejemplo más concreto ¿En qué cabeza cabe pensar que el gobierno del
Presidente EPN va a tener éxito en la ejecución de una nueva y eficaz política
agropecuaria sin contar con el compromiso y la trasformación política de todas
las organizaciones del campo? ¿Puede sacudirse la corrupción y la ineficiencia
las dependencias de gobierno si no lo hacen también las organizaciones de
productores? ¿Acaso la rendición de cuentas y transparencia a que por ley está
obligada la administración pública – en este caso del sector agropecuario- está
completa cuando se excluye de esa obligación a las organizaciones de
productores del campo mexicano?
Ni EPN ni absolutamente ningún otro mandatario que le suceda y del
partido que sea, va a cambiar a fondo este país si a la par de los esfuerzos
gubernamentales no hay el compromiso y acciones consecuentes en todos los
mexicanos y sus organizaciones. El peligro más grande capaz de frustrar el Pacto por México y todos los
compromisos contraídos por EPN con los mexicanos, es el desinterés en la cosa pública
y la falta de una participación ciudadana de calidad y desde luego de las
organizaciones de la sociedad civil. La democracia electoral no es garantía de
nada, si acaso de renovación de representantes.
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