jueves, 10 de enero de 2013

Etiquetas:

¿A QUÉ VINO EL PRESIDENTE? ¿QUÉ TRAJO Y QUÉ SE LLEVÓ?




Fue mucho el atrevimiento del Presidente Enrique Peña Nieto de visitar Veracruz a menos de 100 días de iniciada su gestión constitucional, cuando apenas está empezando a tomar las riendas, apenas está revisando el estado de las cosas, apenas estrena reacciones de fuerzas políticas en controversia, apenas está integrando su equipo, y apenas le aprobaron al presupuesto de 2013, etc.. Arriesgado el hombre como se  mostró cuando fue a la Ibero. En Veracruz lo pudo recibir un campesinado en ciertos casos a punto “de estallar” o con justas manifestaciones de impaciencia; no fue así. 





O sea, EPN vino a territorio de origen agrarista, a un acto agrarista, sin traer casi nada en las manos, es decir en un momento en que su gobierno acaba de nacer y como tal no está para dar otra cosa que no sean más esperanzas y, en cambio, está para recibir adhesiones comprometedoras, necesidad interpretada por el Gobernador: “Le pedimos todo su apoyo, sí, pero también le ofrecemos todo nuestro compromiso y resultados para lograr este cambio”


Y eso recibió el Presidente mediante un acto de masas cuya diversidad fue reconocida por él recalcando en su mensaje, el carácter incluyente de las políticas y programas que llevará a cabo.  Las organizaciones y sus líderes hicieron acto de presencia y, además de adhesión, en distintos tonos le recordaron al mandatario que aguardan los cambios y apoyos comprometidos.


El 6 de Enero hubo saldo blanco, unidad en la diversidad, operación política, negociaciones y acuerdos locales, de unidad en el acto de presencia y de apoyo a las grandes decisiones que se esperan del mandatario. Estamos ante la presencia de un campesinado mucho más consiente y  de organizaciones y líderes de extraordinaria experiencia política capaces de  salir del apoyo sumiso e incondicional  para entrar al campo contractual de compromisos recíprocos y de un replanteamiento de su alianza con el Estado. Por este hecho, el evento interrumpido durante 12 años, será referente de otros en el país.


Dicen  que la mejor forma de pedir es el dar. Como anfitrión, el Gobernador fue generoso en la movilización y en sus declaraciones. En efecto la reestructuración administrativa de la Secretaría de la Reforma Agraria puede ser benéfica para el campo, sin embargo,  habrá que esperar  que sus objetivos no naufraguen en el mar de los servidores desleales de siempre que los hay a todos los niveles.


Para que el campo sea solución y no problema, equidad y no mas desigualdad, soberanía alimentaria y no dependencia,  a las organizaciones les corresponde la obligación de participar y vigilar que la palabra se traduzca en hechos; les corresponde apretar “desde abajo” para que se expulse toda clase de bichos que desvían el destino de los recursos y que han hecho de los enredos agrarios y de la especulación con la tierra, el jugoso negocio de funcionarios coludidos con empresas inmobiliarias y líderes corruptos. Por lo tanto el autentico cacareo de esta reforma tendrá que esperar para cuando rinda resultados medibles, antes no.


La concentración de miles de campesinos fue un acto esencialmente político para unificar fuerzas en torno a su gobierno y, con incidentes menores, ese objetivo se cumplió. Es de esperar que otro momento sea para reconocerle a EPN los apoyos al campo que se deriven de una nueva y eficaz política agropecuaria; nada más ni nada menos que la que se viene demandando desde hace rato. Las organizaciones de campesinos de Veracruz y de México tendrán que estar muy atentas y propositivas para que el discurso presidencial se cumplan plenamente los objetivos y las metas de las políticas y programas que se ejecuten por las diversas dependencias federales y estatales.


Mientras tanto, EPN se llevó lo que más necesita en estos momentos: Consensos y fuerza política para lo que sigue después de acceder al poder, o sea cumplir compromisos mediante políticas públicas y programas que traduzcan en hechos los buenos propósitos.


Desde la sucesión Gustavo Díaz Ordaz- Luis Echeverría y hasta la reciente Felipe Calderón- Enrique Peña Nieto, he dedicado un tiempo y un espacio al análisis político de estos procesos de renovación del poder ejecutivo federal. Del estudio de factores, variables y escenarios que han rodeado cada  sucesión, destaco entre otras una conclusión: unas  son las circunstancias, el consenso y la correlación política de fuerzas que en cada caso hicieron posible el acceso al poder y otras muy distintas las requeridas para pasar de la palabra a la acción, tomar decisiones que afectan intereses y empezar a cumplir facturas y compromisos – con frecuencia contrapuestos por aquello del discurso electoral está basado en la complacencia de unos y otros  .

¿Porqué creen mis lectores que el sistema político inventó eso de “los primeros cien días del Presidente” o la versión veracruzana fidelista “los primeros 120 días del Gobernador”? Se trata del instrumento mediático que el marketing recomienda a todo gobernante tener a la mano y utilizarlo oportuna y adecuadamente a fin de que la imagen o percepción ciudadana del gobernante no entre en debacle y la pérdida de la credibilidad adquirida en el proceso electoral del que es producto, que no caiga en el abismo y los 18 millones de votos con que ganó EPN se conviertan en 10 millones tan solo en el primer año de su administración.


En el contexto de estas consideraciones habría que ubicar la interpretación del acto del pasado 6 de enero con motivo del 98° aniversario de promulgación de la Primera Ley Agraria y la presencia del Presidente de la República. Paliar las demandas sociales de los más pobres de este país no es el reto más difícil del régimen; con una versión revisada del programa Oportunidades y un alineamiento en la cúpula burocrática, queda  resuelto el asunto. Volver autosostenibles y productivos a los pobres es otra cosa; la política social del gobierno federal aun no se da a conocer.  Acceder a las exigencias de los grandes poderes fácticos (y entre estos a los amigos del Ex Presidente Calderón) e impulsar las transformaciones contempladas en el Pacto por México ¡ese sí es un buey  en el fondo de la barranca! el cual es imposible que lo saque solo el Primer Mandatario.


Lo he dicho y reitero en política como en física, el desplazamiento de una fuerza solo es posible mediante otra igual o superior. Ningún gobernante puede tomar decisiones exitosas más allá de las que le permita el peso de las fuerzas que lo apoyan.


Tengo que reconocer que me equivoqué en apreciaciones de artículos anteriores en los que la mentalidad mesiánica la circunscribí a los seguidores de Andrés Manuel López Obrador. El fenómeno es cultural y no exclusivo de una fuerza política.


Para dar un ejemplo más concreto ¿En qué cabeza cabe pensar que el gobierno del Presidente EPN va a tener éxito en la ejecución de una nueva y eficaz política agropecuaria sin contar con el compromiso y la trasformación política de todas las organizaciones del campo? ¿Puede sacudirse la corrupción y la ineficiencia las  dependencias de gobierno si no lo hacen también las organizaciones de productores? ¿Acaso la rendición de cuentas y transparencia a que por ley está obligada la administración pública – en este caso del sector agropecuario- está completa cuando se excluye de esa obligación a las organizaciones de productores del campo mexicano?

Ni EPN ni absolutamente ningún otro mandatario que le suceda y del partido que sea, va a cambiar a fondo este país si a la par de los esfuerzos gubernamentales no hay el compromiso y acciones consecuentes en todos los mexicanos y sus organizaciones. El peligro más grande capaz  de frustrar el Pacto por México y todos los compromisos contraídos por EPN con los mexicanos, es el desinterés en la cosa pública y la falta de una participación ciudadana de calidad y desde luego de las organizaciones de la sociedad civil. La democracia electoral no es garantía de nada, si acaso de renovación de representantes.










0 comentarios: