lunes, 21 de enero de 2013

FACTURAS DE TEMPORADA ELECTORAL






“Factura” es el termino incorporado virtualmente al glosario político-electoral cuyo significado es el acuerdo entre representantes del poder y representantes de grupos de presión.  Gracias a esta práctica de gobernabilidad pragmática se frena o pospone una acción de presión - marcha, mitin, plantón, bloque de calles o carreteras, toma de tierras, etc - a cambio de algún trato, apoyo o compromiso a futuro. No es una práctica nueva pero sí hay que reconocer que solo se generalizó hasta que en las últimas décadas el Estado Mexicano fue rebasado por las demandas sociales y, la vieja interlocución corporativa, perdió eficacia como instrumento de control.




En este escenario de relaciones gobierno – grupos de presión, “el cobro de facturas” es la demanda de complimiento de promesas o compromisos contraídos con anterioridad  por las autoridades sean estatales, federales o municipales.


El tema es “caliente” y lo será durante los próximos 5 meses tanto para “deudores” como para “acreedores” entre otras por dos sencillas razones:


a)      Rezagos sociales de todo género y nuevas demandas se han estado acumulando.
b)      Líderes y grupos de presión han “patentado” el calendario electoral escogiendo de este los meses anteriores a las jornadas  electorales como el momento más propicio para ejercer presión sobre las autoridades de todos colores partidistas y platearles el cobro de facturas pendientes y nuevas peticiones, en clara negociación de sus preferencias electorales. 

Por estas fechas, y por razones obvias, los gobiernos estatales y municipales de las entidades  donde se llevan a cabo elecciones locales- como es el caso de Veracruz- se ven obligados a desplegar esfuerzos extraordinarios de tipo presupuestal, terminación de obras y ejecución acciones adicionales no programadas.


Nada tiene de extraño que de la fecha al mes junio vayan en aumento las presiones sobre las autoridades de los tres órdenes de gobierno. Sobra decir que la insuficiencia en la generación de ingresos propios y la dependencia de las participaciones federales vuele incierta la capacidad de respuesta de gobiernos  locales.  Más no todo problema amerita respuesta presupuestal, los hay que dependen de acuerdos y medidas que destraben tramites y dictámenes pendientes en cuyo caso, lo que se pone a prueba es la capacidad de diálogo, gestión y acuerdo institucional.


¿Cuántas y cuáles facturas de las pendientes se logran pagar? ¿Qué tanto de estas se tiene que refrendar para otro momento o ejercicio? ¿Qué puede hacer  el gobierno municipal cuando las soluciones son competencia del Gobierno del Estado o éste cuando es competencia del gobierno federal?


Las demandas sociales son las de siempre: asuntos agrarios, vías de comunicación, créditos y apoyos para el campo, servicios educativos, electrificación, suelo y vivienda.


La eficacia gubernamental en el pago de facturas de temporada electoral exige de los funcionarios federales, estatales y municipales un elevado sentido  responsabilidad social y política y un comportamiento de equipo, respuesta posible y, a veces, incierta,  ambivalente o incluso puede ser adversa en los casos de funcionarios que anteponen a su proyectos personales a sus responsabilidades y, en lugar de trabajar en equipo, se dedican a llevar agua a su molino o candidatura al mismo tiempo que se dan golpes de pecho de lealtad a su jefe.


Desafortunadamente en México ningún actor institucional y menos los grupos de presión conocen o practican o confían en la concertación política de mediano plazo  aunque en las pasadas elecciones haya votado por “un nuevo rumbo para México” que compromete totalmente al Presidente Enrique Peña Nieto.


Todo se mueve en la estrecha visión de la demanda social fragmentada, urgente y descontextuada y, del presupuesto estatal autorizado para el año en curso. Si a ello se añade que el gobierno federal ni siquiera cuenta con representación renovada en sus delegaciones, que los programas federales están en proceso,  la gobernabilidad, la negociación y la capacidad de respuesta ante las facturas de temporada  es un reto que está chino, o sea nada fácil, propicio para la unidad aparente, la negligencia y el reparto de culpas postelectorales. Veremos qué pasa con este ambiente en donde las facturas tienen fecha de pago y penalidad.   







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