MÉXICO ¡SIN CIUDADANOS!
En la relación
de los mexicanos con las instituciones del Estado hay toda clase de personas,
excepto ciudadanos si hemos de admitir como tales a los mayores de edad que
conocen y ejercen plenamente sus derechos y obligaciones. En cambio son mayoría
los que desconocen sus derechos constitucionales, los desinteresados en la cosa
pública y, en acelerado crecimiento, los inconformes, los desesperados y los núcleos
violentos o enojados; muchos otros son de sometimiento y actitud pasiva ante el
poder político; de todo hay menos ciudadanos, éstos, si los hay, son muy pocos.
La promoción de acciones para “hacer ciudadanía” o “empoderamiento ciudadano” confirma
precisamente su inexistencia. Tal parece que estamos ante un problema de origen
genético, de identidad cultural que nace con el surgimiento mismo del Estado
Nacional.
O sea, no somos una sociedad con cultura de la
legalidad ni con disposición o voluntad para cumplir y exigir el cumplimiento
de las leyes a nuestros gobernantes y funcionarios. Más es la disposición a
violar las reglas o simular su acatamiento. Eso sí, abundante en leyes que no
se cumplen y de políticos que las cacarean como “realidades” sociales. Cierto
que gozamos de derechos constitucionales de expresión y asociación pero con una
realidad en la que hay predominio casi absoluto de organizaciones sociales –
sindicales, gremiales, profesionales, y políticas- cerradas, de clanes familiares y
antidemocráticas aunque formalmente presuman de lo contrario.
Por si fuera
poco, la cohesion social, desde la familia hasta la comunidad, por lo menos,
está quebrantada por todos lados, empezando por el bombardeo televisivo que
promueve el confort individualista y consumista que le conviene.
A pesar de todas las reformas electorales, la
llamada “democracia representativa” está en entredicho. Con altibajos, los
organos de representación siguen perdiendo la poca credibilidad que tenían; su
oferta reformista parece que se quedó en las campañas previas o en la agenda de
papel. La dinámica del proceso legislativo es un complejo mar de fuerzas cuyos
representantes pratican el trueque de votos y de posiciones a nombre de sus
representados sin que estos jamás sean realmente consultados y debidamente informados
del sentido y argumentación en la que diputados y senadores basan sus
desiciones y acuerdos. El cabildeo no es ni puede ser transparente y de cara a
la sociedad porque siempre lleva intereses no confesables.
Sin ciudadanos,
es precario o inexistente el poder de la sociedad civil frente al Estado.
También sin organización social democrática y participativa: nuestro
corporativismo sindical está en coma y no culmina el prolongado nacimiento del así mismo llamado “sindicalismo
democrático” o bien, degeneró en grupo de presión para prevendas de líderes. La
estabilidad social y politica está gravemente amenazada (D,F, Michoacan) La
ausencia de ciudadanía y el atraso político han pasado a ser determinantes del
proyecto transformador, venga de donde venga la propuesta.
¿Qué se supone
que están haciendo los partidos en el poder para promover la creación de
ciudadanía? ¿Acaso cumplen con su obligación en materia de fomento de la cultura
política? Aparte de sus acciones como máquinas electorales PRI, PAN, PRD, PT y demás,
desde el Poder Ejecutivo y Legislativo
llevan décadas gastando miles de millones en campañas de difusión de los
derechos sociales y de sus reformas, sin que nada de eso haya logrado cambiar
el desconocimiento de los “deberes y derechos del ciudadano” ni abatir la desconfianza en las instituciones
o el rechazo de la política. Más bien los estudios de opinión –aún los
gubernamentales- indican que esta
situación se ha vuelto cada vez más crítica. ¿Por qué o para qué seguir
haciendo lo mismo que ya demostró su ineficacia?
El Poder Legislativo y el Ejecutivo nunca han
sido ni serán buenos pedagogos y, gasten
lo que gasten en difusión de mensajes, canales de televisión, campañas,
ciclos de confrerencias, nada va a modificar esta realidad de opiniones y
actitudes mientras el discurso comunicativo que emiten lo desmientan los
hechos. Ninguna acción “comunicativa” de
cualquiera de los tres Poderes del Estado puede penetrar y llegar a ser formativa
si no proviene del ejemplo de congruencia y
del pleno cumplimiento de la ley; esto es lo fundamental para formar
ciudadanos interesados en los asuntos públicos, participativos, concientes de
sus derechos y deberes y no facilmente manipulables por lideres mercenarios que
se pintan de todos los colores o de ninguno porque la ideologia ya no es
necesaria para incendiar la pradera seca.
Esto le dije al
Maestro en filosofía y Doctor en Ciencia Politica, Francisco J. Sales
Heredia actual Director del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de
la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión y ponente inicial del
interesante ciclo de conferencias “Desarrollo Político y Participación
Ciudadana” organizado por la Dirección
de Desarrollo Político e Institucional de la SEGOB.
“en nuestro
momento democrático – planteó el destacado expositor- es muy importante crear
una relación entre las instituciones públicas y los ciudadanos, pero los
ciudadanos no surgen por generación espontánea, tienen que ser formados,
formados no solamente a través de las clases, escuela profesional, sino desde
la casa; es en la familia donde transmitimos valores que son esencialmente
cívicos, de civilidad, esta civilidad se relaciona con la escuela, son los
conocimientos que adquirimos en nuestra formación y la ejercemos en la vida pública”
.........la transmisión de mensajes de gobierno, de las instituciones a través
de la comunicación social, a través de la información, de los programas de las
instituciones llega a los ciudadanos, pero ¿cómo llega? Se pregunta el ponente
y él mismo se contesta “ha tenido resultados ambivalentes, las encuestas de
opinión pública muestran, en los proyectos de hace varios años, de hecho tres
encuestas en el 2008, 2011, 2013 y muestran que hay una creciente desconfianza
de los ciudadanos hacia las instituciones”
Severo diagnóstico del ponente invitado y muy atinada
la gestión de Fernado Sanchez Garcia (recientemente nombrado Director de
Desarrollo Politico e Institucional por el Gobernador Javier Duarte) al invitar
al Doctor Francisco J. Sales Heredia, Director del Centro de Estudios Sociales y de Opinión
Pública de la Cámara de Diputados. Ojalá y los siguientes invitados sean de perfil
semejante o sea, expertos en la materia pero sobre todo dispuestos a ver de
frente la realidad sin complacencias ni reservas, condición que distingue un
esfuerzo serio de fomento del desarrollo político para la gobernabilidad
democrática el cual, para ser auténtico y eficaz, debe ser incluyente y plural,
abierto a toda la sociedad, a todas las voces, sin censura o autocensura, no
foro para complacencias de ninguna clase teniendo por límite sólo el respeto al
derecho a pensar diferente. Esto también expresé al nuevo funcionario en
presencia de un grupo de representantes sociales, empresariales, personalidades
académicas y líderes de opinión, hace apenas unas semanas durante un desayuno
en el Hotel Salmones. Veremos si continúa por este camino como es deseable o “la
mano negra” lo veta.
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