lunes, 8 de octubre de 2012

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PERIODISTAS SACRIFICADOS, REFLEXIONES


Escribo estas notas al tiempo que llega a mi móvil un twitter  de Yoani Sánchez ‏‪@yoanisanchez que dice ‪#Cuba Por lo menos ahora tenemos ‪#Twitter para narrar lo que nos ocurre. Durante muchas décadas pasaron peores cosas y "nadie escuchaba". Le comento y se multiplican los twitters. Vuelvo a confirmar que las tecnologías de la comunicación además de ser poderoso instrumento del mercado, también es su contradicción. Los mensajes de Yoani lo prueban.



Al grano como se dice: Hay consenso mundial que exige justicia  y reprueba el sacrificio de periodistas. Se legisla y se crean instituciones de apoyo, de protección y nada parece suficiente, la violencia sigue cobrando víctimas. Informes y Declaraciones de la ONU reparten diagnósticos y juicios. Está en el aire el reto a presentar iniciativas y propuestas que ayuden a ejercer el periodismo con garantías pero también con autorresponsabilidad de medios y comunicadores, estos en estrecha y solidaria vinculación con la sociedad, como en su tiempo y en condiciones mas adversas lo practicaron destacados periodistas que a la vez eran luchadores sociales. O sea, nada que ver son acciones solitarias y heroicas.

En este sentido  y al participar en "Hay Festival” en Xalapa, el periodista argentino de visita en la capital veracruzana Diego Fonseca, expresó: “no vale la pena arriesgar la propia vida si es que se pueden decir las cosas desde otro lado; no creo que le sirva a nadie que un periodista se arriesgue a ser secuestrado y asesinado por el bien de la verdad”. Un periodista vivo, dijo, vale mucho más que uno muerto, pues el vivo puede seguir aportando a decir la verdad, aunado a que debe cuidar de su vida y la de sus allegados. Es decir, que ninguna nota vale más que la preservación de la vida”. (Leticia Montalvo, Agencia Imagen del Golfo 10/06/2012)

Reflexionar sobre lo expresado necesariamente nos remite a un hecho: con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, recibió un impulso notable la libertad de expresión; así, informar, denunciar, criticar, opinar, sobre  el poder o sobre cualquier tema, dejó de ser función casi exclusiva de reporteros, periodistas o de líderes de opinión. Es más, son tantas las personas y de todas las edades y condición social  que a la par de este cambio tecnológico se empoderaron como twitteros, testigos voluntarios e informantes de los medios tradicionales al grado que estos cuentan  hoy con un “ejército de comunicadores voluntarios” recurso con el que jamás soñaron y además sin costo para sus empresas.

Desde luego, el periodismo profesional sigue ocupando su lugar especial, sobre todo porque legalmente, es el único al que se le puede exigir calidad, responsabilidad y derecho de réplica.

Actualmente, la narración de hechos noticiosos en vivo es práctica que los medios convencionales y de los profesionales de la comunicación que en  ocasiones comparten o alternan con simples y convenientes ciudadanos aunque para estos hay la ventaja de una mayor credibilidad, como ocurre con entrevistados o personas en las llamadas redes sociales en donde encontramos de todo.

"La verdad sobre los hechos" cualquiera que por esto se entienda ya no depende tanto del reportero o periodista valiente pero excepcional. La formación de opinión además de reporteros, comentaristas y columnistas, cuenta con ciudadanos dispuestos a opinar. Una  sociedad mejor informada lo es también de mejores informantes y gran parte de esta sociedad cuenta con herramientas para investigar y opinar a través de la red de internet.

Gracias al cambio tecnológico los comunicadores dependen menos de un medio convencional para sus actividades y si son vetados, se mudan de medio, adquieren un dominio o crean su blog personal.

En otras palabras, para que la verdad no se oculte, definitivamente se cuenta con otras condiciones tecnológicas y mucho más informantes ciudadanos que periodistas y que más medios que los convencionales. 

Este cambio en la cultura política parece pequeño pero no lo es y, aunado al cambio tecnológico señalado,  configura contextos reales de extraordinaria importancia para un ejercicio de la libertad de prensa en condiciones de eficacia comunicativa y sobre todo de autoprotección y respeto a la integridad de los periodistas, reto que comparten estos servidores dentro de una sociedad violentada.  Tiene razón Fonseca, “Un periodista vivo, dijo, vale mucho más que uno muerto”. http://despertaratiempo.blogspot.mx/






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