Casi
todos los hombres pueden soportar la adversidad,
pero si quieres probar el carácter del hombre,
dale poder. A. Lincoln
Con miras a las próximas
elecciones en Veracruz o en cualquier otra entidad, enfermas podrían llamarse
las alianzas que se construyan entre partidos y organizaciones políticas. De
llevarse a cabo, estarán carentes de pleno
fundamento jurídico, ético, ideológico, político, programático pero sobre todo,
de memoria histórica.
A
pesar de ello, como la terquedad sin fundamento no es una postura política sino
un estado anímico de las dirigencias obsesionadas por más poder, nada impedirá
que esas mismas cúpulas acuerden nuevas alianzas partidistas para las próximas elecciones.
Sin
embargo, como dentro y fuera de partidos y organizaciones hay de todo, vale una
aclaración: sería injusto como contrario a la verdad,
desconocer la existencia de individualidades excepcionales, de líderes, luchadores
sociales, cuadros profesionales, militantes y aun simpatizantes de capacidad y
honorabilidad indiscutible que, aunque silenciada, son la mejor expresión de cultura
política y de conciencia autocritica de sus partidos. Desafortunadamente no son la corriente predominante debido a lo
cual en la dinámica de las decisiones lo
coyuntural subordina lo importante a lo urgente por lo que para las cúpulas, la
lucha por más poder es lo único que importa; cada quien arma auto
justificaciones que solo sus autores las creen.
En
todo caso, estas notas van dirigidas a disidentes de dentro de cada partido y a
los indefensos electores que son los que pagarán las consecuencias de caer
nuevamente en el engaño de las famosas alianzas a la hora de impulsar las próximas
candidaturas.
Aparte
de haber triunfado o perdido en las urnas “x” candidato ¿quién puede dar cuenta
del fruto de las alianzas partidistas construidas
en el pasado? Me refiero al fruto medido en términos de beneficios concretos
para la sociedad, para cada municipio o comunidad.
Es
casi imposible responder a esa pregunta por la sencilla razón de que más allá de llegar al poder, a los
“aliados” nos les une absolutamente nada excepto derribar al adversario aunque
firmen ante notario y autoridades electorales, apasionados “amores de papel”
que son las plataformas de registro; su objeto de sumar simpatías y adquirir la fortaleza que por el propio esfuerzo
no han logrado adquirir y que será
difícil que lo logren porque carecen de la confianza en sí mismos para convencer
y vencer sobre quienes consideran sus adversarios.
De
acuerdo con el Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales (y en su caso el Código
Estatal) en el Articulo 4º. Párrafo 3,
dice: “Quedan prohibidos los actos que generen presión o coacción a los electores”
No
obstante, los partidos ejercen esa presión sobre los electores al obligarlos a
elegir entre candidatos promovidos por alianzas que carecen de toda
sustentabilidad, construidas sólo para alcanzar el poder como si este fuera el
fin y no el medio para servir a la sociedad.
Antes
de construir nuevas alianzas, los partidos políticos deberían explicarle a la
sociedad qué pasó y para qué sirvieron las construidas en el pasado.
En
cuanto a aquellas que llevaron a la integración de la actual LXII Legislatura
del Congreso de la Unión, como a Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la
República, concedámosles el beneficio de la duda hasta ver sus frutos. Pero…. ¿y
todas las anteriores?
Es
más, antes de lanzarse a una nueva aventura, las dirigencias de todos los
partidos deberían asumir su propia realidad, reconocer que desde hace rato han
perdido la credibilidad de la sociedad y aunque legalmente gocen de registro y
millonarias prerrogativas con cargo a nuestros impuestos, para el común de los
ciudadanos todos los partidos son camarillas familiares o de grupos y ninguno
pasa el examen de democracia interna ni el de la tolerancia y la coexistencia
creativa en la pluralidad interna.
Aunque
no es un fenómeno exclusivo de México, abundan los estudios, las encuestas y
las investigaciones gubernamentales y no gubernamentales, académicas,
nacionales o del exterior que registran de muy diversas maneras la misma
conclusión: el descrédito de la política, de los políticos y de los partidos
cuando lo que el país necesita es salir de la premodernidad y contar con un
sistema de partidos moderno, eficaz, eficiente, transparente que haga viables
acuerdos, reformas y políticas públicas de mediano y largo plazos.
En
este contexto, antes de nuevas aventuras electorales, los partidos le deben una
explicación a su militancia, a sus simpatizantes y a la sociedad que por cierto
en su inmensa mayoría no milita en
ningún partido. Desgraciadamente según los recientes acontecimientos las
dirigencias nacionales de todos los partidos están dando largas al asunto de
sus propios Congresos Nacionales en donde se trate a fondo su realidad.
Todo
parece indicar que optaron por “arreglos
internos”, o sea prefirieron darle “una manita de gato al partido” sin importar
que se hayan quedado sin contestar severas interrogantes respecto a las
elecciones de Julio pasado. Las dirigencias nacionales privilegiaron la
urgencia de estar en forma y bien colocados en el partidero, como en las
carreras de caballos.
Si
está latente una nueva ruptura en cada partido, poco importó. Tampoco si dos ex
presidentes de la República se disputan el PAN.
A
nadie parece importarle que las organizaciones de izquierda que se disputan
otros dos partidos, uno existente y otro por nacer, necesiten del dialogo en su interior para que
salgan de “la incertidumbre y la experimentación” “probando vías para llegar a
un ideal” como dice Nils Castro, académico diplomático, escritor panameño y cofundador de
la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe
(COPPAL) cfr.
La Fuerza del Sol, órgano del PRD del
DF. No. 693; 22/X/2012 pag. 6.
Los
partidos actúan como si en las recientes elecciones no hubieran dejado
asignaturas pendientes, por ejemplo, completar la información para la
realización de auditorías que el IFE le debe a la sociedad o atender resentimientos por candidaturas impuestas con
toda arbitrariedad.
Tampoco
es tema ya si el financiamiento de campañas sigue en la duda o en la opacidad.
Lo ocurrido no impide que los nuevos legisladores acuerden reformas para la
transparencia y la rendición de cuentas que sus mismos partidos jamás cumplieron;
No
importa que ningún partido haya logrado escapar al clientelismo de programas
sociales, ni cumplido plenamente con la
ley al estancarse como simples maquinarias electorales incapaces para asumir un
papel activo en la instrumentación de políticas públicas y programas con auténtica
participación ciudadana.
Nadie
se siente responsable de crear constantemente confusión en el electorado mediante alianzas
entre quienes en otro momento se declararon ideológica y políticamente
adversarios y hasta enemigos.
Lo
cierto es que si las alianzas entre partidos y organizaciones no han servido
para exigirle cuentas al candidato (s) triunfante, es porque nunca se
propusieron en serio tal objetivo y, prueba de ello es que nunca han contemplado medidas y
mecanismos para hacer exigibles los compromisos que adquieren ante los
electores.
Esto
es así porque el que llega al poder se olvida por igual de los electores que del partido y
aliados que lo llevaron al poder.
Concluyo
que tales prácticas son parte de lo que ha contribuido a que la mayoría de los
jóvenes no les interese la política ni los partidos y en cambio ha fomentado el
descrédito de la política, el abstencionismo y la apatía por los asuntos públicos lo que hoy
es una grave amenaza para el presente y el futuro de la democracia y de la nación;
Si
el descrédito de unos no se traduce en conciencia social organizada en otros
sino en nuevos partidos - clanes familiares o en liderazgos mesiánicos e de ideología
fundamentalista,
Si
el reciente Informe del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación
(CONAPRED) destaca que “se ha profundizado la dimensión y la fuerza histórica,
cultural, social, económica y política que tiene la discriminación en nuestro país”
Tal
parece que nada de esto importa a las dirigencias de los actuales partidos
políticos en México. Da la impresión que lo único que importa es el tiempo del
poder, o sea estar listos para gozar de los miles de millones del próximo presupuesto
y continuar en el juego que lleva a más poder.
Una enfermedad así, se llama adicción al poder.
Y lo que la necesidad une, la
satisfacción lo divide.
Las alianzas nacen enfermas porque los aliados lo están y no hay árbol malo que
de fruto bueno.
La
verdad que los aliados ocultan a la sociedad solo se sabrá después de llevar al
poder a sus candidatos. Si hay mexicanos y mexicanas que a pesar de todo aun creen
en alianzas cupulares y oportunistas, quizá se deba a que aun no se ha llenado
el jarrito de decepciones.
Conste
que me referí a las “alianzas enfermas”, que no desahuciadas. Quizá aun puedan
curarse si sus promotores voltean la mirada hacia sus estructuras y vida
interna, reconocen que no están a la altura de los retos del siglo XXI y
proceden a su regeneración desde sus bases, desde la sociedad, desde sus
raíces.
0 comentarios:
Publicar un comentario