- “Tenemos
un estado ineficaz que no puede cumplir con sus obligaciones básicas” :
EPN
- Burócratas, son el principal obstáculo para
un buen gobierno: G.
Pasquino
- La buena gobernanza exige cambios al sistema
político para que existan funcionarios y burócratas comprometidos con su
tarea: Congreso Internacional de Ciencias Administrativas.
- Condición básica del buen gobernar, es el
autogobierno. La organización de la administración pública por sectores,
ha contribuido a la fragmentación del poder.
- La
articulación intersectorial de políticas y programas es casi inexistente;
transversalidad y coordinación institucional, solo en el papel.
- Quienes
se han servido del poder necesitan que continúe existiendo la
fragmentación sectorizada. Gracias a eso cada funcionario tiene “su
juguete”, su medio de publicidad al servicio de su carrera política.
“En nuestro país, los derechos
individuales y sociales que consagra la
Constitución siguen sin ser una realidad cotidiana para la mayoría de los
mexicanos” “Tenemos un estado ineficaz
que no puede cumplir con sus obligaciones básicas” esto dijo durante su campaña el hoy Presidente
de México.
¿De
qué circunstancias y factores dependerá que el nuevo gobierno federal pueda ser eficaz y sobre todo, en
materia de derechos sociales como es la
sana alimentación, vivienda digna, empleo, seguridad, salud o educación de
calidad?
Por aquello de que los de casa no merecemos
credibilidad, aquí está la respuesta de
un experto internacional:” Burócratas son el principal obstáculo para un buen
gobierno”. Mérida, Yuc., 19 Junio 2012 (ACOM).- El politólogo italiano,
Gianfranco Pasquino destacó que la buena gobernanza no debe estar basada en
continuas reformas a los sistemas de gobierno, sino cambios al sistema político
para que existan funcionarios y burócratas comprometidos con su tarea.
El
especialista indicó que “las reformas –a los sistemas de gobierno- son siempre
innecesarios y no son suficiente”, al tiempo que expuso “si los burócratas
controlan el poder y no cambian, no producen soluciones, llegan a ser parte de
los problemas de gobierno, problema muy importante y muy significativo”
Tras
establecer que quien tenga el ejercicio del poder debe basar sus decisiones en
el conocimiento del problema; la búsqueda real de soluciones y por último, el
actuar sobre estas problemáticas, lamentó que en realidad a muchos políticos
solo les importan sus intereses personales o de grupo”. http://www.inap.mx/portal/images/pdf/iica/nota42.pdf
La
cita es de uno de los ponentes magistrales en el Congreso Internacional de Ciencias
Administrativas efectuado en la ciudad de Mérida apenas el año pasado. Hay un mercado
mundial de teorías y recetas. Por donde
le busquen los incrédulos o maquillistas de lo existente, si la llevada y
traída reforma del estado no pasa y también se convierte en una revolución de
la burocracia, de las estructuras administrativas y de toda la cultura del
servicio público, olvidémonos todos del
gobierno eficaz.
Yo
solo voy a referirme a lo que he vivido y constatado en casi 40 años de
servidor público federal, estatal y municipal donde se me ha dado la oportunidad de colaborar en áreas estratégicas donde se formulan,
ejecutan y evalúan políticas públicas.
Son
abundantes y diversos de enfoque los diagnósticos sobre las causas de la
ineficacia del Estado Mexicano calificado así, entre otros, por el Presidente
de México. Con estas notas trato de
llamar la atención sobre un aspecto de la organización y operación de toda la
administración pública que con más frecuencia ha sido objeto de “formulas de
solución”, pero sin los resultados deseados.
Me
refiero a la distorsión que invariable y sistemáticamente experimentan las
políticas públicas en el proceso de su ejecución. (Luis F. Aguilar, La implementación de las Políticas Públicas.
Ed. Porrúa, Pág. 17)
El autor hace referencia a “los poderes e intereses en juego”. Pues bien, en complemento a esta
interpretación del maestro Aguilar,
añado una observación más alusiva
al diseño administrativo: La eficacia en la aplicación de las políticas
públicas no depende solo de lo oportuno y certero que sean las obras, las
medidas y acciones que realice cada dependencia de un gobierno sino también de
la articulación intersectorial de unas y otras; articulación congruente en
tiempo, ubicación geográfica, calidad, destinatarios, cantidad y, desde luego
de la participación social organizada de los beneficiarios.
En
ocasiones a esta condición se le llama pomposamente “transversalidad,” misma
que hasta hace unas décadas recibió el nombre – y aun se le llama-
“coordinación institucional”. En tiempos del Ex Presidente José López Portillo - cuya política alimentaria cuestioné en
mi tesis de licenciatura,- el aspecto en comento se le llamó “matriz de
congruencia intersectorial de programas
y metas”. Con Alejandro Carrillo Castro, estimado maestro e impulsor de la
reforma administrativa quizá más profesional contextuada y sistémica que se
haya intentado en este país, también conocimos la “matriz de Rosa Luz Alegría” modelo
de programación multisectorial que cobró carta patente en foros nacionales e internacionales.
O
sea, no han faltado ni propuestas sólidas ni conciencia de la necesidad de que
las obras y acciones de cada dependencia
de gobierno se articulen adecuadamente unas con otras. Por ejemplo que
la introducción de agua potable, la construcción del camino de acceso, la
energía eléctrica, los servicios de salud
coincidan con la localización del centro escolar que lo necesita. De hecho, la orientación de la Cruzada contra
el Hambre argumenta en el mismo sentido de
la famosa transversalidad.
Cuando
se habla de múltiples y dispersos programas
sociales que repiten y empalman las mismas acciones, se alude a una
deformación de la administración que se da en todas las dependencias y no solo
en los programas sociales. También hay áreas del sector salud, comunicaciones y
obras públicas, de fiscalización, etc y la explicación la encontraremos en la
cultura individualista de una burocracia que sabe que ejercer presupuesto es
ejercer poder . Cada quien quiere su bicicleta lo que entre otras consecuencias
encarece la función pública.
Desgraciadamente
la voluntad política de los gobernantes ha sido insuficiente para lograr esos
propósitos de eficacia. Quienes se han servido del poder necesitan que continúe
existiendo la fragmentación sectorizada, la atomización de la administración
pública. Se han servido lo mismo los viejos y nuevos empresarios o
prestanombres, como los viejos y nuevos políticos de todos colores.
Los
primeros porque en el soborno han tenido la receta eficaz para lograr la
viabilidad en la gestión de sus intereses y, los segundos - los políticos – servidores públicos -
porque gracias a esa forma atomizada de
la administración cada quien tiene “su juguete”, su medio de publicidad, su
instrumento para competir en la carrera política de acceso a nuevos cargos.
Hoy esta práctica se le conoce como chapulinismo o plaga la cual ha convertido la administración
pública en trampolín, subordinándolo siempre todo a la lucha por más poder. Mientras
el gobierno no se gobierne y esto no se regule y se profesionalice la política, ésta continuará como recipiente de toda clase de personas;
parte de esa profesionalización debe sustentarse en una verdadera rendición de
cuentas, sin estas condiciones, se ve lejana la meta de lograr un gobierno
eficaz.
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