Contra lo que crean sus operadores o emisores, cuando la
publicidad gubernamental de obras y
acciones es “a todo lo que da ”, es
natural que sean más los impactos negativos cuando no hasta subversivos, particularmente
por las reacciones de quienes no obstante su condición de necesitados, más no han sido también beneficiarios.
Al servidor público con
mente administrativa, esto no importa, en cambio el de sensibilidad social y
visión política, importa y mucho porque sabe perfectamente que por cada obra
que se “abona “ a la sociedad, el saldo global acumulado es mucho mayor y pueden ser más “los acreedores” no
atendidos que, desesperados, han perdido
o estén perdiendo confianza y credibilidad
en sus gobernantes.
El efecto es semejante al de la madre de 5 menores cuyos
ingresos le permiten solo alimentar bien a los dos pequeños con el consecuente enojo
de los tres mayorcitos.
La acumulación de rezagos sociales, promesas de campaña y/o solicitudes sin respuesta, es paja posible de incendiar
por adversarios. Como función de gobierno, escuchar y dialogar puede compensar,
pero muy relativamente.
Con administración honesta y eficaz, imaginación y gestoría exitosa,
puede el gobernante hacer un poco más que otros, pero nada más.
La magnitud de rezagos sociales y el ritmo de crecimiento de
nuevas necesidades, hacen impagable la
deuda social, no importa del partido que sea el gobernante. En estos tiempos, credibilidad
y esperanza es “cuesta arriba” y el voto de castigo, el recurso reactivo de los
electores inconformes.
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