CABEZA
DE VACA, 1968
Leí en redes sociales el justo reproche de
mi amigo Vicente Homero Granados Septien y por quien me entero velorio en el
ISSSTE, de la presencia de Victor García
Mota y Salvador Ruiz Villegas. En mi opinión nunca ha sido el sepelio el mejor momento
para visitar a un amigo; prefiero la reflexión
íntima. De su fallecimiento me enteré al día siguiente. Confieso que me sentí
muy mal, como si de pronto me arrancaran algo muy profundo, muy unido a mí. Me
salí del trabajo y me fui a casa y, una vez encerrado en mi recámara, tiré de
gritos. Mi familia se asustó y acudieron a preguntar qué pasaba; yo les dije…. cálmense,
no pasa nada, solo que algo se desprendió de mí. Ni para qué explicarles más, si llevo 21 años tratando de hacerlo
sin buenos resultados. No me extraña, leí a un Ex Ministro de Educación que las
juventudes alemanas están hasta la madre de escuchar historias de la segunda
guerra mundial. Evidentemente hay un problema pedagógico o como le quieran
llamar los estudiosos pero es un hecho que no hemos logrado que la historia sirva
para lo que dicen que sirve.
Abrí
y cerré varias veces mi tableta siguiendo la noticia. Acostumbrado a escribir
solo lo que pienso, decidí hacerlo por lo que siento al saber de su muerte y
también porque de Luis Tomas Cervantes Cabeza de Vaca, junto a algunas
condolencias, elogio y críticas, encontré en las redes sociales un montón de
estupideces; desde las cargadas de intoxicación ideológica, hasta las de
ingenuos activistas que se mal nutrieron de las versiones oficiales del 68, o
las reduccionistas, anecdoticas o simplemente mitificadas, que tantas veces
cuestionamos en los diálogos de crujía con Luis Tomas, Carlos Sevilla,
José Revueltas y con otros compañeros de
prisión.
Luis
Tomas, el cabezón como le decíamos,
era eso, un ser de sentir profundo, siempre lo fue en todo, en las marchas, en
los mítines, en las asambleas, en las
maratónicas reuniones del Consejo Nacional de Huelga. También en la amistad. Lo
percibí así cuando lo tuve por compañero de celda en la crujía “M” de la cárcel
de Lecumberri, hoy Archivo General de la Nación. Apasionado en sus
convicciones, en sus relaciones personales o políticas derivadas de la
militancia. De hecho, buena parte de su carisma en el movimiento de 1968 se
caracterizó por eso, por emocional, intuitivo, directo, si rodeos, sin rollos o
explicaciones rebuscadas; casi antiteorico, así era, así se presentaba y
así le gustaba ser. No faltaba compañero
que le señalara – con o sin razón- su
desorganización o la falta de sustento teórico a sus planteamientos, en cambio
nadie ni nada sobre la autenticidad de sus convicciones y sentimientos. Era brutalmente
sincero.
A mí
me aprendieron junto con el maestro Eli de Gortari durante la toma de Ciudad
Universitaria por 10 mil efectivos del ejército. Eso fue el 18 se septiembre de
1968. Unos días despues, el 28 de septiembre aprendieron
a otro grupo de líderes y entre ellos a Luis Tomás. Por eso, junto con los demás presos políticos nos tocó recibir a
él y a otros a su llegada a la Crujia “M” donde
entró caminando con las piernas abiertas debido a la inflamación de los
testículos. Luego nos relató que había sido sometido a simulacro de castración
y de fusilamiento para arrancarle declaraciones en contra del movimiento. No
obstante esas condiciones, Luis Tomas, como los demas, mantenían una actitud de
incurable optimismo que seguramente conservó hasta su último instante de su
vida. Corrían los meses y los días y con excepción de las horas de visita, disponíamos de un tiempo que parecía eterno
al estar sentenciados por 10, 20 y hasta más años, acusados de delitos del
orden común y federal, forma utilizada por el gobierno de Díaz Ordaz para negar
el carácter represor y conculcador de los derechos políticos constitucionales a
que nos tenía sometidos tanto a los estudiantes como a todos los mexicanos.
A
diferencia de otros, nunca lo imaginé de Senador, Luis Tomás era vitalmente
simple, inclinado a la acción. A qué causas partidistas correspondió en algún
momento de su vida? Lo ignoro y tampoco me corresponde opinar sobre motivos que
desconozco. De lo que sí estoy seguro es que con él y con otros compartimos un
movimiento que fue mucho más que sus demandas y que sacudió y cambió el sistema
político de este país y el curso posterior de su historia.
¡Nadie
que no esté preso y en la misma celda convive las 24 horas y por tanto tiempo
con otra persona! Por eso era común aquella frase de ni los casados conviven tanto. Recuerdo que Heberto decía “si
quieres conocer a un líder, observa la forma en que convive con su familia o
con su compañero de celda” y con el Cabezón como con Jorge Peña y otros tuvimos
la oportunidad de vivir esas circunstancias. Cuando en 1971 fuimos puestos en
libertad - condicionada primero y amnistiados
después – la forma de ser de Luis no fue muy distinta. Al lado de Demetrio
Vallejo, Heberto Castillo Martínez, Salvador Ruiz Villegas, Tayde Aburto y
otros, nos dimos a la tarea de recorrer el país como integrantes de la Comité
Nacional de Auscultación y Organización (CNAO) de un nuevo partido político.
Meses viajamos y convivimos. Con precarios recursos y en las adversas condiciones lo mismo estuvimos en
asambleas constitutivas en Acapulco, que en Chihuahua, Chiapas, Zacatecas, Veracruz
( P. Rica y Cosquihui) Tamaulipas, Nuevo león, Jalisco, prácticamente todo el
territorio. Una movilización que culminó con la fundación del Partido Mexicano
de los Trabajadores (PMT) en 1974; ocasión en que con respeto expresé al
Ingeniero Heberto mis diferencias con aquel proyecto y decidí apartarme a otras prácticas.
Posteriormente
Junto con Granados y una docena más,
Luis Tomas fue parte de las brigadas CONASUPO para la comercialización
colectiva de productos básicos del campo. Un Programa de investigación y de acciones,
conceptualizado y organizado por otro ex
militante de la izquierda clandestina de los 60 s, Gustavo Esteva
Figueroa, experiencia rica en
enseñanzas, hallazgos y propuestas para promover la retención y reinversión productiva
del excedente económico generado por los productores de subsistencia de maíz y
frijol, principalmente. Antecedente del Programa de Apoyo Comercialización
Ejidal (PACE) concebido y operado por V. Granados y muchos otros estudiantes brigadistas
de campo.
Para mí, el proyecto era alentador ya que me permitía dejar las
eternas discusiones al interior de las organizaciones llamadas de izquierda
para ser parte de este Programa de acción. Se trataba de servir al desarrollo
de nuevas formas de organización económica de los campesinos. Obviamente y por
igual, la izquierda y la ultraizquierda nos calificó de “vendidos al gobierno”;
juicio ligero y sin fundamento que pasó a desuso entre otras razones a partir
de que dejó de ser ilegal la oposición, de que algunos ex líderes se integraron
al sistema político electoral, ya con recursos públicos autorizados por el
Congreso. Hoy que el país se cogobierna por las principales fuerzas y hasta se
ve como normal el “chapulinismo”, a veces parece que lo que cuenta no es la
ideología ni los objetivos o tesis programáticas sino lo que cada representante
de izquierda haga o deje de hacer en y
desde el poder.
Al
ingresar a competir por el poder, el
pragmatismo se apoderó de casi todas las organizaciones siendo este el contexto
que explica el comportamiento ante el poder prácticamente de todos los
dirigentes que han destacado en algún cargo de representación. La ideología y
los llamados principios pasaron a ser en buena medida una entelequia en la
izquierda y todos los partidos.
No
creo ser de los que mejor conocieron a Luis Tomas, solo de los que tuvieron
espléndidas oportunidades de compartir sueños, atrevimientos, acción política,
momentos de tristeza como alegría. Por
años dejé de verlo y de saber de él. Si no mal recuerdo la última vez que
establecí comunicación fue para recibir su invitación a ser parte de la llamada
Comisión de la Verdad; le escribí
diciéndole que hacía falta una comision de la verdad pero en la que participáramos
todos los mexicanos y para aplicarla a toda la historia de México y no solo
para los sucesos de 1968. La idea no es mía, son muchos mexicanos los que la
comparten.
Pasaron
los años y la vida nos llevó por rutas políticas
diferentes y geográficas distantes y, a
pesar de no coincidir con su candidatura en el Partido del Trabajo jamás puse
en duda sus convicciones. Líder estudiantil, preso político, militante de
partido, docente en la Universidad de Zacatecas o siendo parte de los trabajadores de alguna dependencia de
gobierno, con los altibajos que le quieran encontrar o atribuir ( los eternos
jueces que se creen química e ideológicamente “puros”) siempre fue el mismo luchador por un México
que mucho ha cambiado aunque todo lo que dicen las versiones oficiales de todos colores toda
vez que con el retorno del PRI a la
presidencia, unos dicen temer, otros que no, pero como la mula no era arisca, será
mejor esperar el curso los acontecimientos.
Congruente fue con sus convicciones, me parece
que hasta en una de sus últimas posturas lo demuestra al expresar su
preocupación por el futuro del
movimiento #Yo Soy132. En su deteriorado
estado de salud y con semblante envejecido Luis siempre fue joven de espíritu y
por eso se sintió reflejado en este movimiento. Sin embargo, justo es decirlo
que con ese espíritu y con su gran intuición política, dio a los jóvenes la
advertencia crítica oportuna al expresar: después de la protesta ¿qué sigue?
Con el
mismo “ADN” de aquel impulso libertario que compartimos pero sobre todo con su intuición
política, sé que El Cabezón se formularía
( si no es que lo hizo) la siguiente
pegunta: y después del Pacto por México
qué???? ….cual es el sueño que compartimos o que decimos compartir? ¿… será que es el mismo? sospecho que la repuesta
no está ni en el poder y menos en los
partidos políticos. Quizá en medio de tanta simulación, la respuesta la
sabremos a largo plazo solo que entonces todos estaremos muertos (John Maynard Keynes)
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