En
Veracruz se suscriben acuerdos con organizaciones de productores que bien pueden llamarse garbanzos de a libra, y son producto del dialogo y la negociación.
Por eso, no le demos tantas vueltas, desde que existe el hombre como ser en
comunidad, dialogar es el instrumento básico para la acción común, su fin esencial es ponerse de acuerdo para
actuar en una misma dirección.
El
tema está presente porque el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto ha
etiquetado el diálogo plural como
principio de su gobierno, incluso desde antes cuando solo era aspirante le llamó
“presidencia democrática” y recientemente acaba de reiterarlo en el foro
nacional México en paz.
Desgraciadamente
las estructuras de poder en México – todas-
siempre han sido verticales y en no pocas ocasiones unipersonales y, el
dialogo, de hecho para lo que ha servido es para someter a los actores a la voluntad de los gobernantes o por lo
menos para que la acepten sin chistar.
Los
hombres del poder “dialogan” con la sociedad para legitimar decisiones no para escuchar y menos pretender que todas las
voces determinen la voluntad del gobernante.
En el discurso, el mandatario puede o no declarase “receptivo” a todas
las voces como lo ha hecho el Presidente
mas esto no significa que el sistema político sea sensible,
receptivo y abierto a todas las voces.
Convenzámonos,
no hay gobierno democrático sin sociedad democrática y sobre todo de
ciudadanos; tampoco hay dialogo como
cultura en una sociedad aun atada a estructuras mentales autoritarias,
verticales, patriarcales o matriarcales. Somos una sociedad autoritaria, de
solemnidades y culto a la personalidad, veneno
de la igualdad y la democracia. En los toros puede haber un espontaneo,
mientras en los actos políticos, verticales y antidemocráticos, la irreverencia
se castiga como el memorable evento en el palacio nacional en el sexenio
anterior.
Hay
que ver a nuestras organizaciones sociales, a nuestras asociaciones civiles que
con sus excepciones, son parásitas del poder o a los partidos políticos y lo
que menos les caracteriza es vida democrática, un pobre diálogo interno y la
falta de respeto entre las diferentes formas de pensar. Concluyo: una cosa es
el dialogo como línea del poder y otra muy distinta como cultura política.
Solo
que hoy el estado mexicano se encuentra ante una disyuntiva histórica: a). o
sufre los dolores del parto de la tolerancia creativa y de una verdadera
cultura de dialogo plural a todas las escalas y ámbitos del poder y dentro y ante todos los sectores de la
sociedad o b). Con el dialogo “democrático” solo como discurso, permanece atado
a sus estructuras autoritarias, mentales de subordinación indigna y de
sometimiento a las voces dominantes. Tengo la impresión que los simuladores de
siempre de todos colores y escalas, una
vez más se inclinarán por “una remozadita” o sea, por la refucionalización del
sistema político aunque con ello se frustre la posibilidad de movilización de
las potencializadas de transformación en cuyo camino resulta ineludible no solo
el dialogo y la capacidad de comunicación política de los gobernantes y sus
colaboradores y junto con ello la
capacidad de concertación plural de acuerdos y acciones.
A
ver que inventa la clase política dirigente cuando las estrategias de “empoderamiento”,
más virtuales que reales, arrojen los verdaderos resultados y muestren su fecha
de caducidad.
El
estado mexicano, después del corporativismo, aun el sobreviviente, procedió al
desmantelamiento de las estructuras de interlocución con las que por décadas
hizo posible la ejecución de políticas y programas. Hoy lo que se tiene es una
mezcla caótica de burócratas y lideres procreados en la opacidad y la
discreción en el uso de recursos públicos y una masa de programas clientelares
de tentación tripartita. Paralelamente tenemos una ciudadanía que escucha,
decodifica y piensa por cuenta propia,
independientemente del ruido skinerianos de los spots en tv de las autoridades electorales.
Bajo
estas condiciones, para el gobernante, dialogar, escuchar, comunicar, negociar
y concertar en forma transparente y con apego a la legalidad, es lo que da lugar a la gobernabilidad
posible. No hay de otra. Dialogar para imponer, agotado, dialogar para manipular,
agotado, acordar al margen de las normas, agotado.
En
consecuencia no son las organizaciones políticas las verdaderamente dispuestas a preservar un clima
de estabilidad sino las que abogan por su supervivencia
económica, me refiero a las organizaciones empresariales o de productores como Alianza
Nacional de Trabajadores, Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas,
Coordinadora Agrarista de México, Coordinadora Campesina Independiente Luis
Dolando Colosio, Movimiento Alfredo V. Bonfil, Unión General Obrera Campesina y
Popular, entre muchas otras que además de presionar dialogar y ahora mismo participan en la concertación de
acciones con el Gobierno del Estado. En cambio, con reservas hay que ver a
partidos y organizaciones políticas porque en su pragmatismo, lo más probable
es su actuar varíe según les favorezca electoralmente.
Es
en las organizaciones económicas y de productores en las que debe cifrarse la
esperanza de que en Veracruz aterrice el Pacto Por México suscrito en la cúpula
y, además, que sean promotoras de una profunda reforma de la administración pública a fin de que sea
verdadero instrumento de desarrollo y no feudo para banderas personales, de
grupo o de partido político.
0 comentarios:
Publicar un comentario