CREDIBILIDAD,
CONFIANZA Y PARTICIPACION
Hace 31 años
que el Presidente Miguel de la Madrid publicó el Decreto que creó el Sistema Nacional
de Planeación dentro del cual quedó establecido el derecho a la participación
de los ciudadanos en las decisiones públicas desde la formulación hasta la
ejecución y la evaluación de las mismas.
Por ser la institución mas
cercana a la sociedad civil, son gobiernos municipales los que se encuentran en
mejores condiciones de abrirse a la participación ciudadana.
En el caso de Xalapa, su alcalde Américo
Zúñiga Martínez ha sido persistente e innovador al abrirse y dar cabida a la
participación de ciudadanos y organizaciones sociales. La experiencia mas
reciente fue con las redes sociales. Sin embargo las inercias de los aparatos
burocráticos pesan y mucho. La mayoría de los servidores públicos de los tres
ámbitos de gobierno carecen de una formación, hábitos y sensibilidad adecuada a
la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos.
Como un modesto analista y colaborador de
la Lic. Silvia Piso Joo - entonces Directora de Programación de Servicios de la
extinta Secretaria de Programación y Presupuesto - tuve la oportunidad de ser
protagonista y observador critico de todo el instrumental técnico,
administrativo, jurídico y normativo, de capacitación y formación de recursos humanos
para la planeación que hizo posible sentar las bases de dicho sistema. Por
varios sexenios surgieron planes
nacionales, regionales, sectoriales e institucionales con diversos grados de
consenso, rigor metodológico, sustento informativo, mecanismos de coordinación
y concertación. La mayor parte de esta
creación fue posteriormente desmantelada bajo el amparo de reformas tras las
cuales se complació a reacomodos del poder.
Nunca que yo recuerde dejé de ser partícipe
propositivo y a la vez critico de limitaciones o absurdos. Puedo afirmar que al
lado de muchos otros servidores públicos
vi nacer, crecer y morir el ejercicio
más ambicioso de racionalidad del Estado Mexicano. Es más, mi tesis de
licenciatura en ciencias políticas en la UNAM la dediqué a demostrar la incongruencia
entre los objetivos de la política alimentaria y la ejecución de los programas
gubernamentales.
Desde entonces me ha llamado mucho la
atención una característica constante:
me refiero a la enorme capacidad de simulación de la clase política
mexicana. Es un problema cultural que involucra a toda la sociedad sin
distingos de colores, ideologías o partidos políticos. La creatividad y el ingenio para decir o
pensar unas cosas y hacer lo contrario, es infinita. Reconocer que México es un
país de muy buenas leyes que no se cumplen, apenas es un aspecto de ese
contraste que nos habla de la capacidad para perderse en las palabras y
desmentirlas en los hechos. Al día de hoy, esa simulación alcanza todos los ámbitos
de la vida y de manera especial, todo el sistema de fiscalización,
transparencia y rendición de cuentas.
Seguramente los lectores habrán escuchado
un mensaje de radio que se difunde a instancias del Instituto Nacional
Electoral y que dice que la riqueza de
una nación se mide por la participación de su gente. La simulación como la incongruencia van implícitos en dicho mensaje cuando
todos sabemos que la participación de los electores en México se limita a votar
por candidatos que solo unos cuantos deciden.
Si fuera un promotor de contracultura propondría
ese spot de otra manera: Pobre México, su pobreza se mide por su consumo de refrescos
y de alcohol, adicción a las telenovelas, y una sumisión de los ciudadanos a
las decisiones de una minoría. Sumisión que parece infinita.
Siendo Secretario de Programación Carlos
Salinas de Gortari, el Suplemento El Gallo Ilustrado del periódico El Día
me publicó un ensayo en el que planteaba que la planeación adjetivada por
decreto como democrática nunca podría ser más democrática que el grado de democratización alcanzado por la propia
sociedad civil y por ende de todas y cada una de sus organizaciones sociales,
gremiales, políticas, etc.
Hoy que ya no presto mis servicios en
ninguna dependencia y me encuentro cada vez mas cerca de las organizaciones
sociales me doy cuenta de otro aspecto del problema: la clase política
gobernante como los ejecutores de políticas públicas y programas carecen de una
cultura política afín a la participación de ciudadanos y organizaciones de la
sociedad civil. En cambio traen en sus genes los hábitos del paternalismo, del
control y la manipulación de la participación. Paralelo está la incapacidad de
dialogo plural y no se diga incapacidad de concertación transparente. En su
lugar tenemos la concertación en lo oscurito, el soborno de líderes y la
gobernabilidad agotada, costosa e ineficaz.
El
tema de la planeación democrática y la participación, aun cuestionado, tiene
vigencia hoy más que nunca porque la renovación de la esperanza de los
mexicanos a partir del retorno del PRI a
la Presidencia , depende de lo que resulte con las reformas del Presidente Enrique
Peña Nieto. Se olvida que generar más riqueza- bajo el supuesto que ese sea el
resultado- no garantiza su mejor
distribución. El problema de fondo es la falta de desarrollo político. El
pensamiento mágico supone que al cambiar las leyes, ya está hecho el milagro.
Tal será el escenario una vez aprobadas las leyes reglamentarias de las
reformas y en particular la reforma política.
La clase política gobernante no la tiene
fácil. Nada de lo que haga o deje de hacer será suficiente para sacudir el
estado de ánimo y las actitudes de desconfianza de los ciudadanos hacia las instituciones del Estado como consecuencia
de tantas promesas incumplidas y de la impunidad
de que gozan los detentadores de fortunas inexplicables.
Venga de donde venga y aunque se sature
de mensajes todos los medios de comunicación, ninguna campaña tendrá efecto positivo en la regeneración de
credibilidad y la confianza que los actos de congruencia de los gobernantes, el
combate a la impunidad, la recuperación para el erario público de la riqueza
robada por políticos de todos colores y la consignación penal de peces de todos
tamaños. Junto con ello va la entrega de resultados medibles en el cumplimiento
de promesas y compromisos de los gobernantes con la sociedad. Como en la vida de ciertos matrimonios, nada
recupera credibilidad y confianza como hechos y resultados. Esta es la única
campaña eficaz promotora de la participación ciudadana.
0 comentarios:
Publicar un comentario