Romeo González Medrano
CON EL AGUA ¡NO MAS PALOS DE CIEGO!
La administración pública toda tiene que cambiar y no en el papel, decretos, y organigramas sino en el actuar de los servidores públicos que en ella laboran, en sus actitudes, hábitos y en general todos sus comportamientos.
Desde el gobernante hasta el último servidor público ha de tomar conciencia que no hay futuro para el Estado de Derecho y sus instituciones sin verdadera rendición de cuentas, sin verdadera transparencia y buenos resultados medibles y esto exige eficacia, eficiencia y productividad en todas las áreas y en todos los niveles de la administración federal, estatal y municipal.
Buenos propósitos imposibles de lograrse sin servidores de convicciones y comprometidos, sin trabajo de equipo y para eso se requiere cultura de equipo. Una cultura que debe empezar por la cabeza. Esto significa otra mentalidad en seres responsables y conscientes convencidos que a nada bueno conduce el que cada uno jale por su rumbo. O sea, aunque algún funcionario ofrezca pruebas de que rema muy bien, si no se coordina con los demás remeros, definitivamente no se contribuye a navegar por la ruta trazada ni hacia el puerto que se quiere.
Ejemplos sobran. Por eso el PROGRAMA ADELANTE fue bien recibido con simpatía porque el caos de los programas sociales había llegado a extremos. ¿Logrará la estrategia de Duarte ese propósito de hacer que los programas sociales se ejecuten de manera coordinada en cada localidad del estado?
Ello depende de muchos factores. Pesan en contra inercias de décadas. Sin embargo, no hay duda de que se impone la necesidad de un autentico orden al interior y entre los tres niveles de gobierno para que los frutos sean buenos y sobre todo para que alcancen a más mexicanos. El concepto del día se llama “políticas públicas transversales” como es el caso de protección civil, enfoque de género, ambiental, etc. En la práctica todas las políticas públicas tienen un grado de transversalidad que de inmediato remite a un problema de poder. Quién debe coordinarse con quién. Siempre ha sido un problema en el funcionamiento de la administración pública y esto pasa con todo, por ejemplo con las dependencias de gobierno involucradas en el tema del agua.
Veracruz tiene más agua que nadie en el país. Tanta es el agua que hay hasta para que nos inundemos. Desgraciadamente ya empieza a faltar en algunas ciudades y tenemos menos superficie agrícola de riego que otras entidades como Sinaloa dotada de menos recursos hídricos. ¿Por qué pasa esto? Sencillo, la abundancia es nuestra bendición y también nuestra desgracia, tenemos tanta agua que nos damos el lujo de permitir la deforestación poniendo en peligro el ciclo de las lluvias, nos damos el lujo de las descargas de aguas negras a los ríos, tenemos ingenios y beneficios de café irresponsables con el medio ambiente o drenaje con descargas al mar.
La mayoría de los usuarios del agua actuamos como niños que creen que los cajeros automáticos regalan dinero a papá. Igual creemos que el agua de la casa está en la llave. ¿Cuántos habitantes de Xalapa sabrán desde dónde se abastece la ciudad, cuántos saben lo que fue necesario hacer para traer esa agua y cuánto cuesta potabilizarla y distribuirla? Definitivamente quien desconoce el costo de un servicio que recibe está ciego y renuente para cumplir con el pago del mismo.
Evidentemente somos incapaces de valorar el agua que tenemos. Incapaces de cuidarla, administrarla, distribuirla, canalizarla, y menos limpiarla para volver a utilizarla como en otros países en donde ya van en el cuarta o quinta reutilización. Sabemos que el agua es vida pero no tenemos ni idea de lo que eso significa.
Hay otras ciudades mejor satisfechas en sus necesidades de agua y con mucho menos disponibilidad del líquido.
¿Es que merecemos un castigo? ¿Acaso eso estamos esperando? Nadie piensa bien. Nadie piensa más allá de su tinaco, de su llave o necesidad particular; todas las dependencias tienen su “visión” y su “misión” muy particular sin darle mayor importancia lo que ocurra a los lados. Ahora sí que por ver el árbol, no vemos el bosque.
“¿Para qué pensar bien si voy de paso?” Así piensa un político-funcionario con mente burocratizada. Sin embargo, para un estado dotado de las riquezas hídricas como Veracruz, el agua debiera ser cultura, forma de vida, fuente de energía limpia, hábitos y prácticas de reutilización, cultura de pago y de cuidado, cultura de turismo ecológico, cero impunidad con acciones de contaminación de ríos, cultura ecológica, de captura y almacenamiento de lluvia, preservación de nuestros bosques y selvas, de investigación y talento invertido en proyectos ambiciosos, de planeación estratégica pensado en las futuras generaciones, no en las elecciones. Cultura del agua, cultura de la vida. O sea, la cultura que no tenemos.
Es necesario que la gestión de gobierno que se inició con Javier Duarte, empiece bien, que aborde integralmente este tipo de problemas y deje para siempre los palos de ciego que por décadas han dañado tanto las riquezas que Dios nos dio.
La gobernabilidad agotada es la que se limita a ser “apaga fuegos”. La nueva gobernabilidad ( se le llama también gobernanza) es la que en cada “fuego” que apaga le tuerce la manita a quien sea necesario para que comparta y participe en soluciones de fondo, integrales, planificadas que generalmente involucra a muchos sectores y a los tres niveles de gobierno. Es la gobernabilidad que va a las causas de los problemas no solo para evitar que se conviertan en conflicto sino para que se ofrezcan soluciones duraderas, soluciones para varias generaciones, o “sustentables” para utilizar la palabra técnica de moda.
El problema del agua, sea para consumo humano o para uso agrícola, es grave porque hay demasiadas dependencias y programas metiendo su cuchara, federales, estatales y municipales y cada una se ocupa de su parcela y punto. Poco se considera la interacción pues las metas de las que cada quien ha de dar cuentas son por dependencia.
¿Es muy difícil entender que sólo es capaz de gobernar a los demás aquel que es capaz de gobernarse así mismo? La coordinación- ordenarse con otros—es casi imposible si no hay una voluntad política que la impulse.
La desgracia de México es tener políticos y funcionarios individualistas que eligen no coordinarse con otros para cacarear “el huevo solos” y si pueden, cacarean el huevo ajeno. Son así porque anteponen sus aspiraciones y proyecto político personal al cumplimiento de sus responsabilidades como servidores públicos pero también porque faltan cabezas que pongan el ejemplo.
Hace falta sancionar y exhibir al funcionario que así actúa y desde luego crear un sistema de estímulos para quienes demuestren en los resultados, responsabilidad y cultura de equipo que no es otra cosa que la capacidad para armonizar y cooperar con otros para así optimizar el uso de los recursos públicos y mejorar las soluciones. ¿Será posible tanta belleza en vísperas de otro proceso electoral?
En ningún momento la contienda entre aspirantes al poder debiera afectar la formulación y ejecución de políticas públicas integrales, consensuadas, de corto, mediano y largo plazo y menos cuando lo que se aproxima es una sucesión presidencial que pone a la nación en dialogo público ofreciendo un oportunidad para presentar experiencias locales – en estados y municipios- como aval de propuestas de políticas públicas nacionales para los próximos años.
El agua es vida. La dotación privilegiada que del líquido tiene Veracruz lo compromete a propuestas sólidas y duraderas que respondan a la dimensión de las necesidades de las actuales y futuras generaciones. Comentarios e-mail: romeo-gonzalez@hotmail.com; Twitter y facebook
jueves, 23 de junio de 2011
Etiquetas:
VERACRUZ,AGUA,VIDA Y MUERTE
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Despertar a Tiempo
fecha: jueves, 23 de junio de 2011
5:56
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