EL VALOR QUE NO TENEMOS
Los mexicanos no solo padecemos enfermedades del cuerpo físico sino también
de otras que podríamos llamar “del espíritu”; estas quizá más graves,
contagiosas y de consecuencias impredecibles para el presente y futuro de la
Nación. Me refiero a la apatía, el desanimo o desinterés por los asuntos
públicos y comunitarios, los que por comodidad, o temor, acostumbramos dejar
casi de manera exclusiva en manos de la clase política gobernante.