jueves, 2 de mayo de 2013

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PERIODISMO CAUTIVO








¡Nuevamente salieron a las calles los periodistas y, en general, los servidores de la comunicación!  Sus expresiones de protesta e indignación han logrado extenderse a varias ciudades, le dije a la maestra Ester Hernández Palacios en el auditorio de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) durante el preámbulo a la presentación de dos libros preciosos de Martin Corona Alarcón.

Siempre será preferible denunciar la impunidad y las injusticias que el silencio o simular que no pasa nada, pensé;  no obstante la presión internacional, las protestas de este domingo, como las de tantas otras ocasiones, parecen insuficientes y, posiblemente lleguen a ser realmente escuchadas y atendidas, cuando dejen de ser solo gremiales, incorporen las demandas de libertad, de justicia de toda la sociedad y formen  parte de la profundización del proceso democrático en México. Para avanzar en tal dirección, entre otras cosas, habría que empezar por la autoevaluación del movimiento de los periodistas y  de los luchadores por la libertad de expresión.




Se entiende que diversos Acuerdos Internacionales contemplen la protección de periodistas cuando cubren acontecimientos de estados en guerra, casos en los que las partes en conflicto, tienen rostro y existencia declarada y explícita. No siendo este el caso de México, es posible que la condición de nuestros periodistas indignados por tanta violencia no cambie mucho por el hecho de contar con la famosa Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 25 de junio de 2012.
Tampoco creo en su réplica y en las instancias burocráticas a que ha dado lugar esta ley. 

Para mí es un espejismo, una trampa que separa, que aísla al gremio de su única y real fuente de vida,  de  perspectiva de triunfo y que es estar al lado de las justas demandas de la sociedad, de los igualmente violentados en sus derechos  o sea  apoyando decididamente el urgente desarrollo político democrático que necesitamos los mexicanos y sin el cual las instituciones del Estado Mexicano, empezando por las de la justicia, difícilmente se sacudirán los intereses que las apartan de las funciones para las que fueron creadas.  


LA LEY  PROMOVIDA POR FELIPE CALDERÓN obedeció a tres factores:
a). En el escenario internacional, incluso en la ONU, llegó a cobrar intensidad la denuncia de asesinatos y hechos violentos en contra de periodistas en México – particularmente mujeres- ocurridos en diversas entidades federativas y que hacen recaer la responsabilidad en el gobierno federal. b). El interés del régimen de congraciarse con el gremio de los periodistas, en vísperas del proceso electoral y post electoral de 2012. La “carnada”, pues. C.) Con la institucionalización de la atención preferente de las denuncias de los periodistas, (Ley, Reglamento y Mecanismos) se trata de responder al clamor y recomendaciones de la comunidad internacional y, al mismo tiempo, avanzar en la instrumentación de una estrategia gubernamental para el “aislamiento del conflicto” del resto de la sociedad y de esa manera facilitar su control y manejo.


CONTRADICCIONES DE LA LEY

La Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas y el Reglamento de la misma,  contraviene el espíritu del Articulo 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como a lo establecido por la Ley Federal Contra la Discriminación al excluir a ciudadanos y organizaciones civiles, tanto de las acciones de prevención y protección que en la misma se contemplan, como del derecho a participar en el Primer Consejo Consultivo del Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. 


Ciertamente gracias a la LPPDDHP, el Gobierno Mexicano atiende en parte las reiteradas recomendaciones de organismos internacionales mas no satisface plenamente la necesidad de que el Estado Mexicano asuma la responsabilidad de tutelar derechos fundamentales para la democracia, toda vez que excluye entre los beneficiarios de la protección del ejercicio del derecho a la libertad de expresión, a  todos los ciudadanos y organizaciones civiles. Otra prueba de esta contradicción es que mientras el glosario de la citada Ley ofrece una definición de periodista bastante amplia, en la práctica y desde la constitución del Primer Consejo Consultivo también se excluye a ciudadanos y organizaciones civiles defensoras de los derechos humanos. La “Ley de Calderón” evidentemente está amañada y por eso ha dado lugar a protestas de ciudadanos y organizaciones.


LECCIONES DE LA HISTORIA

¡Como me recuerda la lucha por las libertades democráticas en 1968! Pero sobre todo, me recuerda aquellas pequeñas “conquistas” que poco a poco fuimos logrando quienes estábamos presos en Lecumberri por el represor gobierno de Gustavo Díaz Ordaz: Más horas de visita que a los presos comunes, mas permisos “especiales”, ningún límite en el uso de la luz eléctrica, más tiempo para el deporte e introducción de objetos personales, etc., ¡Nunca nos percatamos que, procurando solo la mejora de nuestras condiciones de vida dentro del penal, poco a poco y en la percepción de los casi 5000 presos comunes que nos rodeaban, fuimos  acumulando privilegios de los que  solo gozábamos los presos políticos,  con excepción de los grandes “jefes” de cada crujía.  

Acentuar la diferenciación social fue una estrategia montada por las autoridades del penal durante año y medio que les permitió contar con el resentimiento de los presos comunes para utilizarlo la noche del 1° de Enero de 1970 en contra de los estudiantes presos. Cuando el gobierno decidió reprimir y romper aquella huelga de hambre, las autoridades del penal solo necesitaron soltar a los presos comunes de sus crujías y estos, en lugar de tomar la calle, con el apoyo de los  celadores se fueron contra los estudiantes en huelga de hambre repartiendo golpes con palos y armas punzo cortantes y, para liberarse del rencor acumulado y fomentado, saquearon todo a su paso. Sucesos narrados por José Revueltas en su célebre carta dirigida al escritor Arthur Miller en Oposición Num.,1, 1970.

¿Cuál es la lección? Cuando el periodismo democrático y comprometido socialmente profundice y consolide su papel de caja de resonancia de millones de mexicanos que padecen de toda clase de injusticias y formas de violencia que atentan contra la libertad de expresión y además son violatorias de los derechos humanos, cuando se fortalezca en este país el trabajo del periodismo de investigación, que analiza y denuncia la corrupción, la  impunidad, la desigualdad social, la manipulación del hambre, la violencia de género en todas sus formas y grados, el cinismo de políticos con poder, entonces y solo entonces, el proceso democrático arropará los derechos de los periodistas. 

Cuando el periodismo con ética y con responsabilidad profesional, crítico y propositivo,  sea la voz de todos los silenciados e ignorados por décadas, su fuerza de gremio se expandirá como parte de las fuerzas políticas impulsoras del proceso democrático y las leyes y las instancias burocráticas creadas para los periodistas, dejarán de ser lo que ahora son, trampas catalizadoras.


 ¿Nos hemos preguntado por qué será que la mayoría de los delitos en este país no se denuncian? Sencillamente porque la gente no cree en las instituciones encargadas de impartir justicia y sabe que están convertidas en instrumentos de intereses y al servicio de la impunidad. ¿Por qué habría de ser una excepción las instituciones para la atención de las denuncias de periodistas? Definitivamente las protestas de los periodistas que ahora presenciamos, son legítimas, justas, necesarias, no obstante, solo si evitan caer en el espejismo burocrático – donde se enredan y naufragan las conciencias libres-  lograran rompen su aislamiento,  para vincularse al  resto de la sociedad.


Una mirada a la historia es más que suficiente para comprender la lección. Me refiero al ejemplo de grandes periodistas en la historia de México como José Joaquín Fernández de Lizardi (México, 1776-1827) Escritor mexicano,  gran iniciador de la novela americana que en 1812 fundó el periódico liberal El Pensador Mexicano, suspendido por el gobierno de Fernando VII. El Socialista en julio de 1871, Regeneración fundado por los hermanos Jesús y Ricardo Flores Magón; José Guadalupe  Posadas, Don Belisario Domínguez, y otros como Gonzalo A. Esteva, Francisco Sosa, Vicente Riva Palacio, Manuel Gutiérrez Nájera, Ángel del Campo, Luis González Obregón y Manuel Díaz de la Vega, Filomeno Mata, Victoriano Agüeros, Los hermanos Ricardo, Jesús y Enrique Serdán Alatriste, de Puebla. Humberto Strauss, de “El Imparcial” e Ignacio Herrerías, de “El País” y el, fotógrafo Rivera, Manuel Sarabia, primo del poeta Juan Sarabia: el periodista Luis F. Bustamante, Ramón Santoscoy, Humberto Macías Valadés, Paulino de la Luz Mendoza, Andrés Molina Enríquez y Librado Rivera. Carlos Monsiváis y Miguel Ángel Granados Chapa.


¿Qué se aprecia en común en nuestros grandes periodistas? Que fueron pensadores, eruditos, auténticos luchadores sociales, educadores, promotores de cultura política, difusores de la cultura, escritores, defensores de la libertad y  promotores de la cultura de la tolerancia y la coexistencia en la diversidad. Antepusieron valores sociales al interés personal y por eso su contribución trascendente.

Aprender de aquellos ejemplos implica empezar por sacudirse ataduras indignas por ignorancia o ambición. Entender que  la trinchera grande del periodismo que necesita México está en el ciudadano y su cruda realidad, está en la masas de jóvenes egresados o por egresar y que no ven nada claro su futuro laboral, está en hacer efectivo el derecho a la información, efectiva la rendición de cuentas, la transparencia y el juicio y la cárcel para los cínicos ladrones desde el poder, auténtico periodismo cultural, promotor de la salud, del respeto a los derechos humanos, de surgimiento de otra cultura en los servidores públicos, apertura ciudadana y democrática de todos los partidos políticos y sindicatos secuestrados por mafias familiares.  Profesionalización, prestaciones e ingresos dignos a los periodistas. México necesita de un periodismo de calidad informativa, autentica pluralidad, independiente, que eleve la conciencia del ciudadano  y no se someta a los juegos perversos del poder.


Ciertamente hay ejemplos de periodismo y de medios de comunicación que son ejemplo de pluralidad y de libertad, desafortunadamente no son la regla. Cuando la excepción sean los medios y el periodismo vendedor de terror, adulación y mediocridad informativa, cuando la comunicación social de los gobernantes no se confunda con publicidad vendedora de jabones, cuando la "cultura de masas" y entretenimiento y recreación basura no sea el alimento cotidiano, único y obligatorio de niños, familias y comunidad, entonces la apatía ya no será la mayor desgracia nacional, despertarán muchas conciencias, serán más los ciudadanos con voluntad de ejercer plenamente sus derechos constitucionales y, el destino de México ya no estará en manos de unos cuantos.


La corrupción en la aplicación torcida de las Leyes como de las instituciones para la seguridad y la justicia es posible porque el empoderamiento real del ciudadano está en pañales, su participación en los asuntos públicos es incipiente y no se cuenta con una correlación de fuerzas política de fuerzas que lo impida.


A nadie engañan los moralistas “blindadores” de programas sociales. El discurso rupturista de los líderes partidistas nacionales  es protagónico, es táctica para la negociación de intereses de partido y carece de real participación y conciencia crítica de  la base militante que dicen tener. Todos los actores le sacan su parte al juego.


De fortalecerse el periodismo plural, crítico, democrático, independiente, comprometido con las mejores causas: ¿Podemos imaginar cuál sería el desarrollo político que hasta hoy no hemos alcanzado? ¿Podemos imaginar las enormes capacidades de diálogo y concertación democrática que tendrían las movilizaciones hoy manipuladas en la polarización y la confrontación por liderazgos mercenarios tan corruptos como sus adversarios?  


Si el Presidente Enrique Peña Nieto hace lo necesario para que sea realidad su  compromiso Anticorrupción y  el de Control de la Publicidad Gubernamental ¿se imaginan que le sucedería a la  enfermiza relación gobiernos- medios- y el anticipado uso electoral del ejercicio del poder?


¿Cuántas posibilidades se abrirían para el periodismo comprometido con la verdad y la justicia? y ¿cuál sería su papel regenerador de conciencias ciudadanas y del mismo sistema político?


Hay que empezar  por admitir el deber ético de sacudirse su cautiverio y reorientar sus luchas. La única garantía de seguridad y justicia está en más y mejor democracia.

Cuando el nuevo periodismo que ya despunta prevalezca, será de mejor calidad la información y se pondrá en movimiento la fuerza transformadora de millones de mexicanos sin la cual, están y estarán limitadas las posibilidades de los acuerdos cupulares. De este tamaño es el reto y la esperanza de un periodismo libre. 





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