viernes, 17 de abril de 2009

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ELECCIONES DE INCONGRUENTES

ELECCIONES DE
INCONGRUENTES


“no hay buena política ni buena administración
sin buenos ciudadanos” J.Prats Catalá

El gran poeta Antonio Machado decía que “hay seres tan profundamente divididos consigo mismos que creen lo contrario de lo que piensan”. Una percepción que bien le viene a nuestra clase política y explica que mientras en el discurso se profesa fe en el valor del dialogo plural como vía para el consenso y el acuerdo (como debiera ser en una sociedad pluricultural, multiétnica y diversa políticamente) en la practica muestra comportamientos totalmente contrarios.
Con excepción de fanáticos y ultras de cualquier signo ideológico, toda la clase política coincide en la necesidad de desarrollar una cultura de la tolerancia y de respeto al derecho a ser y pensar diferente. Pero eso solo se da, repito, en el discurso de una sociedad carente de demócratas, y de verdaderos ciudadanos. Una sociedad que preserva signos conservadores, patriarcales, antidemocráticos y autoritarios; manifestaciones que alcanzan a todas las esferas, estratos y organizaciones sociales.
En medio de esa contradicción entre decir y hacer, las necesidades de escuchar, dialogar, consensuar y acordar asuntos, desde el seno de una familia hasta la nación entera, parecen incompatibles con intereses y estilos de vida que como dice Carlos Monsivais están dominados por la suprema categoría global y globalizadora de nuestros días: la velocidad. No hay tiempo para ser humanos, para ser hospitalarios y aceptar lo diferente ( F. Savater). Poco o nada falta para que aparezcan los pregoneros del gobierno “eficaz y autoritario”.
Nuestra clase política (con excepciones que confirman la regla) profundamente cree en la exclusión, la imposición, la hegemonía de una fuerza y en tiempos de campañas, cree en el monologo y en la manipulación basada en la difusión publicitaria de frases, slogans, imágenes subliminales como si llegar al poder fuera un fin y como si los candidatos, antes de ser diputados fueran jabones o cremas para embellecer y el electorado una masa de consumidores en espera de ser atrapados en las urnas.
Se soslaya el hecho de que promesas o “compromisos” que los candidatos adquieren ante los ciudadanos que no se acompañen de respuestas convincentes acerca del “como” piensa cumplir lo prometido que incluya el cuándo y el con qué recursos, de triunfar en las urnas, por lo menos produce representantes incapaces y mentirosos y en otros casos parásitos del poder que desacreditan la política, deterioran aún más las instituciones del Estado Mexicano y son causantes del desanimo y el abstencionismo además de cómplices del uso y el abuso del poder tal y como describe Denesse Dresser en su carta a Carlos Slim.
Por tanto, limitar la oferta de los candidatos a diputados sólo al “QUE”, es política reactiva circunscrita a lo que quiere escuchar el pueblo en un plano de la conciencia inmediatista y elemental. Únicamente refleja el mundo de las necesidades sentidas, o por lo menos de las más resentidas, mismas que desde hace años son las mismas: seguridad, empleo, salud, servicios como el agua potable, electrificación y drenaje, apoyos al productor rural, etc.
Los Sentimientos de la Nación de Don José María Morelos y Pavón eran más precisos que los de cualquier candidato de nuestros días porque por lo menos eran más reales ya que advertían de resistencias, obstáculos y esfuerzos que habrían de afrontarse.
Lamentablemente las campañas electorales están lejos de ser verdaderos ejercicios de dialogo público de y entre partidos, candidatos y ciudadanos y se limitan a lo mismo de siempre o sea promesas infundadas, fotografías manipuladoras, falsos actos de humildad de los candidatos mediante “baños de pueblo “y nuevamente la espotización de la “oferta” sin faltar las acciones de “gran rentabilidad” como son las donaciones publicitadas al máximo , las gorras, camisetas, materiales escolares, láminas, la inclusión o permanencia como beneficiarios de programas sociales, etc. Pocos, muy pocos se salvan de esta forma de hacer política. Ojala y no sea esta una historia que se repite.
Es tanta la necesidad que se arrebatan estas dadivas. Es tanta la desesperanza que muchos ni se molestan en escuchar por enésima vez promesas de futuro en el que no creen definitivamente.
Sin embargo, dádivas y manipulación de programas sociales objetivamente no adquieren significado de burla de la dignidad humana por sí mismas sino por el lugar preponderante que ocupan en las jornadas electorales, cuando no existe sustancia o compromiso trascendente que los candidatos ofrezcan. Los “compromisos” no llevan certificación notarial y los exigibles, descritos dentro de las plataformas de los partidos, nadie los conoce. Confrontaciones verbales sensacionalistas entre líderes, sacan del aburrimiento a su público y seguidores, pero no a la mayoría de la sociedad y menos a una ciudadanía cada vez más escéptica, pensante y critica por el derroche propagandístico que se practica en medio de una crisis cuyos costos paga en cada acto de consumo básico.
No extraña ese comportamiento en algunos actores políticos que están lejos de ser verdaderas instituciones y en las que prevalece el protagonismo, el caudillismo y el usufructo familiar o patrimonialista de una organización política. Sin embargo es inexplicable en un partido como el PRI que cuenta con raíces históricas, con gran experiencia de gobierno de aciertos y errores, estructura territorial, cuadros profesionales, una intelectualidad creativa, concepción clara del momento y papel histórico conciente de las necesidades y posibilidades de transformación (Plataforma Electoral 2009-2012) y que además confía en la selección de sus candidatos ¿Por qué no cumplir con el deber de hacer conciencia social y política? ¡Claro, es más fácil darles lo que siempre han recibido! ¿Y qué puede decir el PRD que cuenta con un importante núcleo de la intelectualidad mexicana? ¿Qué razones hay para desperdiciar la oportunidad de desplegar el uso inteligente y la capacidad persuasiva de todas estas fortalezas? ¿Qué razones hay para conducirse como partidos del siglo pasado y no del XXI?
¿Porqué volver a las campañas huérfanas de argumento cuando se cuenta con ellos?¿Por qué apelar a la conquista de la credibilidad por la vía de la fe ciega en las buenas intenciones del aspirante cuando se cuenta con el poder de la razón, confianza y autoridad moral que dan los buenos resultados cuando se ha sido o se es gobierno? ¿Porqué caer en la bravuconería y la descalificación cuando se cuenta con ideología y con la propuesta estructurada y de una fuerza política organizada que va en ascenso en todo el país? ¿Por qué no dar ejemplo de civilidad y cultura jurídica que acude al derecho y a las autoridades competentes para presentar una denuncia en lugar de hacerla ante los medios de comunicación?
¿Por qué no al contrario se demanda la cooperación de los medios para abrir al diálogo plural a todas las ofertas partidistas? ¿Por qué no atender el exhorto del Dip. Hector Yunes de que todos los niveles de gobierno y todos los partidos políticos sin distinción se unan para generar las condiciones para que esta elección no tenga el nivel de abstencionismo que regularmente tienen? ¿O es que hay quien le apuesta a ganar con polarización bipartidista y altos niveles de abstencionismo?
¿Qué clase de votantes tiene hoy México? ¿Aquellos que se inclinan por el menos peor? ¿Qué clase de IFE tenemos; que supone que con la espotización de la palabra “democracia” está realmente impulsando el ejercicio del voto y la cultura política que le hace falta al mexicano? ¿Quién les dijo a nuestros preclaros consejeros del IFE que lo más importante de las facultades del Congreso es aprobar el presupuesto de egresos de la federación como versa el mensaje con el que pretende invitar a votar a los electores? ¿Es que ignoran que el Congreso tiene hoy más poder que el que ha tenido en toda su historia? ¿Por qué no decirle al elector que una de tantas oportunidades que tendrán los próximos diputados federales será otorgar a la política social rango de política de estado y que eso significa sustraerla para siempre del chantaje y del manoseo electoral?
Es evidente que en Veracruz teníamos mejor diálogo plural entre las fuerzas políticas organizadas al inicio de la administración de FHB y además con una agenda que incluyó los asuntos más importantes y trascendentes para la vida de los veracruzanos. Fue aquel el Acuerdo para la Gobernabilidad con iniciativas que fueron el eje de un ejercicio ejemplar a nivel nacional. Pregunto, ¿es que la lucha por el poder en tiempos de elecciones borra de un plumazo aquel básico consenso y acuerdo alcanzado?
¿Por qué se está difundiendo la idea de que el Presidente Felipe Calderón se verá impedido de cumplir con éxito su mandato de no contar con la mayoría del Congreso? ¿Acaso esa tesis y su difusión asumida por el PAN no encierra un supuesto autoritario al pretender imponer la visión y las políticas públicas con sentido partidista en lugar de dialogar, negociar y acordar como corresponde a una sociedad plural y un estado democrático? ¿Es que el PAN no puede superar el modelo de partido hegemónico que la Nación dio por agotado en el viejo PRI? ¡Y eso que en aquel entonces el PRI era mucho más plural que lo que es hoy el PAN!
Por otra parte, es una lástima que los lideres de los partidos mayoritarios no se den cuenta que no pocos lideres del capitalismo inteligente y autocrítico ya sepultaron el modelo neoliberal y reclaman la vigencia del estado social democrático de derecho, con capacidad regulatoria y de fomento. Basta ver a los actuales hombres de Davos que pasaron de los rostros altivos y glamorosos a rostros cabizbajos y de derrota al ver sus fortunas inmensas reducidas en muchos casos a menos de la mitad, pero sobre todo la derrota moral de los que creían que se podían enriquecer codiciosamente pensando además que haciéndolo estaba sirviendo a la humanidad.
¿Por qué el PRI no define y opera una estrategia de comunicación con la sociedad en la que precise los términos del Proyecto Nacional tal y como se contempla en su Plataforma 2009-2012? ¿Por qué silenciar el hecho de que lo que está en disputa es la integración de una Legislatura Federal que será decisiva para la Reforma del Estado con todo lo que ello implica para el destino de la Nación en las próximas décadas? ¿Alguien es tan ingenuo para no darse cuenta que música pagada hace mal son y que si a los candidatos, ahora que buscan simpatías no se les exigen definiciones, mañana que estén en su curul únicamente le rendirán cuentas a su líder parlamentario?
Y me sigo preguntando ¿se van a gastar miles de millones de pesos para elegir a quienes ya instalados en su curul no le rinden cuentas a nadie? o la inversión ¿será para se comprometan a impulsar el desarrollo institucional que demanda la nación? ¿Acaso no es necesario llevar este debate al terreno de las jornadas electorales? ¿Es tan difícil decirle al pueblo que detrás de Tula está los intereses futuristas del PAN y de Felipe Calderón? ¿Creen que el pueblo es incapaz de comprender estos temas o es que candidatos y comités de campaña se saben incapaces de llevar al dialogo simplificado las grandes decisiones nacionales?
¿Qué no nos damos cuenta que el grado de interdependencia con la globalización vuelve ridículas las preocupaciones aldeanas por la corrupción y las confrontaciones físicas con narcotraficantes cuando la mega corrupción está en la falta de regulación y transparencia de los flujos internacionales? ¿Qué posibilidades tiene México como Estado débil de gobernar en la globalización sin no garantiza las seguridades mínimas y básicas al conjunto de la ciudadanía? Para voces autorizadas como la de Joan Prats Catalá, recién invitado por la H. Legislatura del Estado de Veracruz la globalización requiere de estados más fuertes que nunca. Sin embargo, jamás ha sido esta una tesis del PAN ni de los priístas que fueron condescendientes con la aventura neoliberal.
¿Porqué en lugar de las confrontaciones de lavadero que desinstitucionalizan y personalizan la lucha partidaria, las dirigencias partidistas suscriben un Acuerdo Nacional que civilice y eleve los términos de la próxima contienda electoral? ¿Acaso no es un deber jurídico de los partidos políticos contribuir a elevar la cultura política de los ciudadanos? ¿Por qué mentirle al pueblo tratando de hacerle creer que los diputados federales van a regresar a sus distritos con abundantes apoyos y recursos, cuando esto nunca ha ocurrido? ¿Por qué mejor no llevar la agenda de las grandes transformaciones al terreno de la lucha electoral y que le quede claro al electorado que lo que está en juego es el destino de la Nación y de sus futuras generaciones?
¡Haces demasiadas preguntas y esperas una utopía! me dijo un escéptico militante! La cosa no es así, - añadió - se ve que no sabes nada de política.
De lo que tú llamas hacer política - le contesté - y que no es otra que la que te enseñaron los dinosaurios misma que produce el fenómeno del rechazo de los partidos políticos y es uno de los factores que explican el abstencionismo. “Ni todo lo malo ni todo lo bueno depende los políticos, no hay buena política ni buena administración sin buenos ciudadanos. Los clásicos del republicanismo decían que la republica se corroe y perece sin ciudadanos virtuosos. Hemos de reencontrarnos con los valores de la ciudadanía, del civismo, de la participación activa, de la asunción de responsabilidades por una ciudadanía individual y organizada, de una ciudadanía que no se degrade en reinvindicadores de intereses corporativos, necesitamos que la política abra sus puertas a la entrada de los más y los mejores ciudadanos y con eso se renueve y oxigene, se ponga más en sintonía con el pueblo y se encuentre más capacitada para fortalecer un Estado que sigue siendo el instrumento histórico mejor y mayor que ha creado la humanidad para proveer seguridad, libertades y bienestar.





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